Se fugó, tal vez, de una inquieta noche tu voz. Y llegó aquí, y me estrechó en sus brazos. Tanto que se robó mi voz, y quemó mis labios.
No preguntes que pasó, no hagas preguntas, porque puedes percibir en el ambiente mis respuestas.
El volcán que corre por mis venas, y la fuerte emoción con sabor a llanto, está lista para ser derramadas sobre tus bravíos y dantescos trotes. Galopa en mis finos suelos, ya conoces esa humedad que nace en ellos.
M-Sánchez