Tu voz existe

Publicado el 17 mayo 2014 por Rogger

Sentado al filo del recuerdo,
mirando el mar desde las arenas, candentes como tu piel.
Con el islote blanco enfrente, la vibrante alegría de los niños retozando,
el mínimo significado de la materia
y la inmensidad del espíritu.
Vaciando mis manos de arena,
mientras hablas de tus abuelos, añoras a tu hermano,
admiras a tu madre y abrazas a tu padre;
contando cada gota de sudor o lágrima que resbala hasta tu pecho.
Mirándote alborozado
mientras tu lengua salta, rosada y ágil en tu boca serena;
cómo tus cabellos negros flotan sin pausa sobre tus hombros
en una danza de contorsiones suntuosas.
Demasiadas palabras y ninguna sensación de tu presencia,
Demasiadas pistas sin dirección ni destino.
Con escucharte decir que me amas me bastaría.
Sé que lo dijiste, pero ¿dónde está el sonido?
¿Por qué el amor no deja evidencias ni la voz tatuajes?
Todo se reduce a imaginar,
todo se evapora con el aire.
Y quisiera escucharte como la primera vez.
Al teléfono la diosa melodía rasgó sus arpegios.
Yo maticé con torpes graves y toscos desatinos.
Nos reímos, lo recuerdo, del milagro y del propósito,
sin saber que ambos se esfumarían en la distancia.
Hoy me siento. Y también me siento solo.
Pero no sólo me siento solo,
la soledad no es angustia,
la soledad es aplastamiento,
inacción, necesidad, urgencia.
Sentirse solo, no solamente es estar solo,
sino sentarse a mirar la soledad
desde una absurda memoria sin evidencias.
Demasiadas palabras y ninguna sensación de tu presencia,
Demasiadas pistas sin dirección ni destino.
Nada me queda de ti, aunque siento que lo tengo todo.
Que tú sabes desde tu almohada que comparto tu cama,
que vivo en tus sueños y camino tu cuerpo.
Que imaginas que me aterra ver lo que no puedo tocar.
Que no me gustan las pesadillas porque siempre se atascan
en un tramo inconcluso y desesperante.
Que tengo tu voz vagando por mi vida.
Sus letras y sonido que retumban con mis latidos,
sus ocultas estrofas que canto en silencio,
la noticia recurrente y crónica de tu existencia,
que me ayuda a vivir,
pero que también me mata.
He probado la sal de tus mejillas,
y saben a gloria, como las promesas.
Entonces me adentro en el rescate de las letras esquivas,
de las noches eternas y las mortales sentencias.
No hay palabra que no me suene a tu voz,
no hay delirio que no me convenza.
DE: DÍAS DE SAL Y DE MUERTE Copyright © 2014 Rogger Alzamora Quijano