Tú y yo, que lo fuimos todo.
Tú y yo, que tantas veces hablamos de imposibles, que hicimos la luna nuestra, igual que los besos a medianoche.
Tú y yo, que fuimos resistencia contra demonios venidos de otros mundos.
Tú y yo, que cantamos en silencio, que fuimos tormenta envuelta de sábanas blancas y gritos pidiendo más.
Tú y yo, que imaginamos la vida feliz inventada a golpe de sueño al oído, que nos susurramos tanta veces que, si cierro los ojos, todavía escucho tu voz.
Tú y yo, que caminamos en direcciones opuestas.
Tú, que ya me has olvidado.
Yo, que nunca te he dejado de pensar.
¿Qué hacer cuando anhelas tanto algo que nunca volverá?
¿Qué hacer cuando vives en espejismos de lo que nunca pasará?
¿Qué hacer cuando la vida te da una hostia diciéndote que ya nunca será?
Que las cosas han cambiado.
Que eres feliz no estando a mi lado.
Que no dependía de mí tu caminar.
Que dejándome atrás has conseguido avanzar.
Caer, suspirar, tal vez llorar.
Recibir la hostia con dignidad.
Soltarte, dejarte ir.
Simplemente disfrutar con tu felicidad.