Turdipio. Rancia Navidad

Publicado el 29 diciembre 2010 por Bloggermam
A continuación Turdipio cuenta sus primeras navidades.
Estas son mis primeras navidades en la Tierra. He visto que de repente la gente parece haberse vuelto loca, que corre de un lado para otro más rápido de lo habitual y eso me gusta, porque la gente cuando va con mucha prisa se deja cosas olvidadas por todas partes y yo me quedo con ellas. De hecho tengo un montón de aifons que canjearé por un quilo de angulas en cuanto pueda.
Lo único que no soporto es que canten. Llevo muy mal que la gente cante cuando estoy sobrio, sobre todo cuando la voz es aflautada como la de los cachorros de los terráqueos. Me produce un dolor de cabeza tan grande, que en ocasiones me hace vomitar.
En la televisión ponen constantemente anuncios para que regales algo a tu seres queridos. Así que le quitado un momentito la tarjeta a mi amigo eeeeh y le he robado la conexión a internet al vecino, para enviarle a mi queridísima Angelina Jolie la colonia de Paris Hilton (que estaba de oferta, la colonia); así que después he aprovechado para comprarle a mi amigo eeeeh un frasquito con las cenizas de su adorado Bob Marley por 3000 euros. Seguro que se pone muy contento cuando se entere. Aunque la que va a dar gritos por lo inesperado de la sorpresa será la mujer de mi vecino, a la que le encanta la decoración, cuando vea en el correo que la he suscrito por un año a la revista de decoración "Cosas de Casas de Putas" (tienen que ser las mejores casas del mundo, porque todo lo que lleva la palabra puta es más caro: el caviar de puta madre, el di-puta-do tránsfuga, la exmujer que exputa y Svetlana, que es una señora muy cara que se pasa el día en una calle del polígono y que trabaja de puta madre poniendo multas de la ORA)
Aunque hay muchos anuncios que parecen obligar a la gente a ser feliz, mi amigo eeeeh está triste. Y no me extraña, hace mucho frío y casi no se pueden sacar las manos de los bolsillos para fumar un porro. Así que se los sujeto yo que estoy acostumbrado a las temperaturas de mi gélido cráter de Ganímedes. Pero no debe de ser eso. Mi amigo eeeeh no habla, y apaga la tele aunque salgan mujeres casi desnudas anunciando cosas. Por fin me dice que está triste porque a pesar de haber abandonado a su familia en un piso de lujo del centro, ellos le han encontrado y quieren que vaya cenar esa misma noche para celebrar que hay una tía que está buena por la noche...me corrijen, se dice nochebuena; ya decía yo que no podía ser lo otro, por la noche todas las tías están buenas; prueba de ello es que las suecas están muy buenas gracias a tener noches larguísimas durante buena parte de la trayectoria del planeta alrededor del sol.
Mi amigo eeeeh está triste, y probablemente sea debido a que va a volver al piso de lujo en el que dejó abandonada a su familia hace unos años. Pero para mi no hay tristeza, estoy contento, excitado, muy excitado, vamos que estoy poniendo liebre...no el otro de las orejas granes, eso es: burro; creo que luego iré al polígono para hacerle una propuesta a Svetlana. Lo que decía, tengo ganas de conocer a la familia de mi amigo eeeeh y tener cena gratis, conocer gente nueva, cena gratis, bolsos en los que meter la mano sin que se den cuenta, cena gratis, gente que no conoces de nada y que probablemente no vuelvas a ver jamás sin que haya un juez presente y además me invitan a cenar por la cara. Por que eso está claro, allá dónde vaya mi amigo eeeeh, y haya algo gratis, allá estará Turdipio.
De camino a la casa de la familia de amigo eeeeh me di cuenta de que la gente iba bastante borracha, por lo que no me sorprendió que los coches fueran a toda velocidad, eso sin duda era debido a que se estaba acabando el alcohol y necesitaban repostar para llegar borrachos a la cena de la tía buena, o que acababan de abandonar a su familia en un piso de lujo y no querían ser localizados. A mi me gusta ir borracho a una cena porque en primer lugar ves el doble de comida y en segundo lugar, en cuanto vomitas, puedes volver a llenar el doble la tripa, que para eso es gratis.
Como ya estábamos algo borrachos, ni me di cuenta de cómo llegamos al piso de lujo de la familia de eeeeh. Nos recibieron con grandes atenciones. Y además percibí que los familiares de eeeeh no sólo eran atentos, si no que eran unos grandes bromistas. De hecho en cuanto llegamos nos tiraron vestidos a una piscina pequeña marca jacuzzi, claro, la ropa se mojó y al intentar secarla delante del fuego de la chimenea se les incendió sin querer. Menos mal que nos dieron otra ropa que por casualidad era justo de nuestras tallas. El único inconveniente es que la ropa que nos habían dado la había sacado de algún hediondo lugar: apestaba a fresa, el olor más nauseabundo que se puede imaginar alguien nacido en Ganímedes.
Pero enseguida nos dejaron entrar en el salón en el que estaba toda la familia charlando amigablemente. La casa estaba llena de velas. Lo cuál no me extrañó, ya que me di cuenta de que no había ninguna central nuclear a la puerta de la casa que pudiera sustentanr el consumo eléctrico de tantas luces, músicas, televisiones, hornos, móviles y consoladores. De modo que era inminente el apagón. O a lo mejor las velas formaban parte de algún tipo de rito sexual en el que la cera se vierte por los pezones...ya me estoy acordando otra vez de Svetlana. El caso es que no recordaba que mi amigo eeeeh me hubiera dicho que su familia fuera tan liberal, de habarlo sabido habría aprovechado para depilarme a la cera las plantas de los pies.
Voy a hacer un inciso en el relato de mis primeras navidades, para explicar que el término "te cantan los pies" es una una expresión acuñada en mi bello Ganímedes. Allí tener mucho vello corporal está mal visto, porque en cuanto te despistas se te llenan de insectos cantarines y no hay nada más desagradable que intentar mantener sexo mientras unas peludas plantas de los pies infestadas de insectos con una voz excelente, pero dudoso gusto musical, te entonan "A Rianxeira" 
Todo estaba decorado con muchos adornos de un vivo color rojo. Y como leí en un manual de hipocresía de conducta humana que hay que interesarse por la decoración aunque te guste tanto como los juanetes de la Vindorgia (una señora del cráter de al lado que freía alienígenas que tenían en común llamarse todos juanes...uno se le escapó y empezó a hacer canciones para insectos plantícolas).De modo que me acerqué a la ancina madre de eeeeh y  le dije:-¡Qué boniiitooo! lo ha decorado con colgajos rojos, ¡qué bonito color me encanta! Incluso en el perchero que están todos los bolsos de las señoras hay cosas rojas ... ¿es para simbolizar la hermandad de todos los hombres y compartir la riqueza con los menos afortunados y así equilibrar la balanza socio económica, como los comunistas? -Noooo -me contestó escandalizada-, es que es un color que da suerte.-Pues lo que yo decía, señora. El rojo es el color de la suerte de los chinos, que son comunistas- y le di un codazo de complicidad, para remachar-. Aunque lo disimulan tan bien como ustéd...
Algo de lo que le dije no debió de gustarle mucho porque la anciana agarró un enorme velón rojo y derramó toda la cera que tenía sobre mis ingles...sin embargo aquello me puso muy cachondo...Sí ya lo sé...pero es que tardé un tiempo en darme cuenta de que las pastillas azules que me vendieron no eran lacasitos...tenéis un extraño sentido del humor los terráqueos, mira que decirme que esos caramelos me darían la felicidad y de momento sólo me habían provocado grandes dolores inguinales!!
Después de aquello eeeeh me fue presentando a todos los integrantes de su familia, los había muy interesantes, de hecho intenté entablar amistad con una cuñada suya, pero se negó a decirme en que zona de la ciudad ponía multas de la ORA.
También había leído en un manual que no se debe empezar a cenar hasta que hayan llegado todos los invitados, sin embargo nos dijeron que había que comenzar a cenar ya; y según mis cuentas faltaban otros veintisiete comensales para acabar con los alimentos que había escondidos en la mesa entre girnaldas, velas y otros elementos de camuflaje que había sobre el mantel. De modo que deduje que lo que sobrara sería una ofrenda a su dios...lo cuál no me gustó nada, porque se empieza ofreciendo alimentos a un dios, y en cuanto te quieres dar cuenta comienzas a sacrificar efebos vírgenes...y eso da un trabajo enorme.
Hacia el final de la cena la fraternidad era desbordante, de hecho algunos ya habían tomado conmigo la confianza suficiente como para compartir la comida, aunque cuando me daban en los ojos me molestaba algo. Lo que me molestaba un poco era que todos se insultaban a la vez y no conseguía atender al fuego cruzado de improperios que se repartían. Pero como siempre trato de integrarme decidí mimetizarme con el ambiente, de modo que me puse de pie encima de la silla para interrumpir el fuego cruzado de insultos.-Un momento, me he perdido. Si alguien fuera tan amable me gustaría que alguien me dijera quién es la mala pécora, quién el vago cornudo, quién es el que miente a la abuela para que la incluya en el testamento y quién es la que robó las joyas del cadáver de tía Enriqueta. Gracias son muy amables y perdonen que les haya interrumpido. Quiero aprovechar para darles las gracias por haberme invitado y me gustaría compartir los alimentos que he tomado con ustedes.
Acto seguido regurgité el interior de mi estómago desde la improvisada, pero efectiva, atalaya, y conseguí agradecerles a todos el trato recibido.
Cuando nos echaron de la casa mi amigo eeeeh lloró dos segundos, luego sonrió y me dio un abrazo tan enorme como que el que me regaló mi exsuegro el día que le confesé que yo era estéril, su hija un poco ligera de casco y que por tanto su nieto no llevaba mi ADN. 
Nos fuimos a comer una pizza congelada y nos sentamos en un banco de la calle tapados con una manta que parecía papel metálico de envolver bocadillos y con la que estaban tapando a un borracho que había estampado su coche contra un árbol. Me miraron raro pero les hice comprender que si estaba muerto daba igual que lo abrigaran, que se iba a enfriar igual que la pizza barata que estaba comiendo.
Ya tapados con la manta, mi amigo eeeeh y yo pudimos disfrutar de una calle llena de lucecitas de colores, de ventanas iluminadas desde la que se oían gritos, broncas y por las que de vez en cuando se veía salir volando algún que otro objeto que hacía saltar las alarmas de los coches contra los que caía.
La verdad es que los humanos sois únicos para montar un fiesta. Felices días.