Lo único que necesitabas era tener cualquier excusa, por pésima que sea, para dejar de hablarme. Aún sabiendo que, no me querías, me jurabas amor y yo me lo creía feliz como cualquier niña pequeña cuando le dan una piruleta. Para lo único que me querías era, justamente, para lo mismo que puedes hacer con cualquier persona de mi mismo género. Te llamo misógino, y te da igual. Qué importa, si tengo razón ¿no? Quizás sólo necesitas seguir creyendo en una mentira para autoconvencerte que nunca te has enamorado de mí. Y quizás sólo necesitabas una excusa para dejar de hablarme.
Me decías que te creyera aún sabiendo que no era real, que aún sentías algo por mí y lo más probable es que te hayas ido siempre con la primera que se bajase un pelín las bragas. Diste por hecho lo que ni siquiera negué y, ahora dime, si aún recuerdas mi nombre, si me equivoco. Te he querido como nunca antes había querido a nadie y, de lo único que me arrepiento es de no haberte conocido bien para no sentir nada por ti. Que llamar "puta" (por ejemplo) no te convierte en menos virgen. No saber nada de nadie, no te hace quererla aún más.
Sigue juzgándome por las apariencias, por favor, que quiero sentirme el objeto sexual de los demás (nótese la ironía). Sigue confesando todo aquello que no sé, y soy. Jódeme, cuánto más fuerte mejor, que tengo ganas. Que mi gilipollez me ha llevado a morir de amor cuando lo único que pretendía era disfrutar contigo.
Puede que aún te quiera, pero del amor al odio hay tan sólo un paso y tú estás a centímetros de estar ahí. No voy a poner en tela de juicio lo que pudiste sentir, pero alguien que de verdad se enamora es aquel que no antecede nunca su propio estado sexual a los ánimos de quien quiere. Te alejaste de mí, aún teniendo la culpa, por una discusión y es, el tiempo, quien me ha dado la respuesta a lo nuestro.
No me importa ya lo que pueda sentir alguien que finge ser quien es para llamar la atención, sus gustos para abrir las piernas. Ni creo importar a nadie, siendo así la realidad. Nunca te negué nada, y tú diste ya por hecho TODO.
Procuro no derramar ni una sola lágrima más, y en el caso de no ser capaz, dudo mucho de que no sea la felicidad que sienta en ese momento al saber que no tengo ni una posibilidad de estar contigo.
Por ocultar nuestra identidad no dejamos de ser quienes somos.