Quiero volver a dormirme y despertarme abrazada a ti. Romper las nadas, abrirle al vacío una rendija para colarme como el viento hasta el último aliento de tu boca. Que con tus brazos arropes mi mirada e impidas dejarme ver hoy la miseria que nos ha roto por dentro, y que la de fuera, y de tu mano, podamos defenderla en aullidos sin fronteras. Quebrar con un suspiro los muros y atalayas que la distancia se aferró en imponerle a la palabra, que muda, dejamos inconstante acallando así lamentos y suspiros, como cuando te recorro entero sin dejarme ningún recoveco, besando tus ojos cerrados, cerrando los míos y espantando nuestras pesadillas. Los golpes de eso que algunos llaman destino nos han dejado K.O. en el primer round, y hemos tirado la toalla tal vez demasiado pronto. Cada uno por nuestro lado fuimos dando palos de ciego al saco abandonado y soñoliento del viejo ring. Sabíamos que el otoño y los inviernos nos mentirían, y columpiaríamos con su desgana las sombras que arrastramos en el olvido del recuerdo ajando rosas, y lastimándonos con sus espinas. Pero ya no quiero pensar más. Me contento con saborearte, y seguir disfrutándonos, y ya me deleito con no ser más que este instante. Saber que eres mi pecado, y muerdes mi manzana. Y en cada mordisco, me abres la piel. Que llevas mi veneno y lo luces en tu boca. Y que en este instante, ardemos en el infierno. Excomulgados de por siempre. Y sin redención posible. Luego cierra la puerta con cuidado, déjame inhalar el aroma vespertino que aún navega entre estas nuestras sábanas de nadie. Y no vuelvas aunque te lo pida, y no me llames aunque te busque.Y cuando ya ni me recuerdes, y en cada verso, la luna que me escribas se desangre, y cuando estés solo y sientas mi abrazo enroscado a tu cintura por descuido, cuando los tejados estallen sus tejas en pizarras, cuando las hienas rían desconsoladas en nuestras mentes, y esas mentes enajenadas que nos lanzaron sus aullidos para devorarnos, sepulten nuestra cicatriz arrastrada en el polvo, seremos como una ofrenda para las cándidas sombras de los cipreses adormecidos.Sólo entonces podré besarte más allá del olvido, y te pediré que vuelvas, y volverás aunque ya no estés y ni siquiera importe, y tú, de nuevo, volverás a llenarte en mis silencios o en mis largos monólogos, y volveré a besarte, y tú a besarme, aunque yo ya ni siquiera esté, ni importe que tú tampoco estés siquiera.