—Ánimo y suerte.
Revista Talentos
Subí los crujientes peldaños tratando de no trastabillarme. Cuando llegué arriba, pensé aliviado que acabaría pronto. Me preguntó si quería decir unas últimas palabras. Negué con la cabeza. Me colocó bien la cuerda. Antes de tirar de la palanca que abría la trampilla, el verdugo me dijo:
—Ánimo y suerte.
—Ánimo y suerte.