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UMDC: 05. Intento de estudio.

Publicado el 19 abril 2013 por Jonmcgees
UMDC: 05. Intento de estudio.
Miras a la pizarra, el profesor intenta explicar matemáticas o lo que él dice que son. Tú sabes que eso es matemáticas porque lo pone en el horario, tú te planteas tu existencia mientras la clase va pasando. Es fácil, intenta meterle demasiada teoría con muy poca práctica. Cuando llega el momento de hacer ejercicios estás hecho un lío y no sabes ni cómo empezar. No se me ocurre otra cosa que mirar a mi compañera. Le pido ayuda con la mirada pero dado que ella tampoco lo entiende, nos quedamos hablando sin miedo a que el profesor nos eche de clase. Si, un día lo acabará haciendo. Adriana, Malena y yo hablamos y hablamos. El profesor nos mira de vez en cuando dando a entender que deberíamos guardar silencio. Cuando nos pone ejercicios todos intentan hacerlos y me da que nadie sabe hacerlos. Yo me pongo a jugar con los bolígrafos y el profesor se acerca. – Por algo hay que empezar, y así desde luego no llegas a ninguna parte. – Me dice. Asiento y cojo el bolígrafo para escribir pero pasan dos segundos y vuelvo a lo mío. Es triste ver que en realidad la materia no es complicada, es más, a mí siempre se me han dado bien, pero no lo entiendo. Siento que necesito clases particulares a las que no pienso ir.
Siguiente hora. Da igual lo que toque, está claro que nos cambiamos de sitio, nos vamos a la penúltima fila. En la primera fila me pasa que pienso que me voy a enterar pero en realidad me entero de lo mismo que en mi sitio. En penúltima fila hablo y me despisto, pero en la primera es que me voy por las nubes y me quedo pensando en mis cosas. Llegamos los cuatro desganados a la penúltima fila. Carlo, Malena, Adriana y yo. Nos sentamos y falta poco tiempo para que Marta se haya dado la vuelta para preguntarnos cosas tontas solo para entablar conversación. Carlo y Malena se quedan hablando con ella, me supongo, que de salir el próximo viernes. Adriana se queda hablando con Tomás y Jorge, yo los miro y en algunos puntos de la conversación me asusto, otras no los entiendo, otras me río y así. Tomás me mira y se ríe. - ¿Por qué siempre pones esas caras? – Me pregunta, me alzo de hombros sin saber que contestar. – Pues imagino que no me entero o qué se yo – Le respondo sin saber muy bien que cara poner para que no sea cuestionable. – Es que me hace gracia porque se nota que no te enteras. – Sonrío. Realmente no sé cómo seguir la conversación pero hago una evasión hacía la conversación de Marta y los demás pero es tarde porque la profesora entra y tenemos que guardar silencio y sí, con ésta hay que callarse.
Llega un momento del día en el que ya ni sé la hora que es, quizás sean las horas de salir porque confundo el pito de la quinta hora con el de la salida y Adriana me mira extraño. - ¿Pero dónde vas? Que queda otra hora. – Lo dice riendo y yo me agacho de nuevo en la silla riendo, me pongo algo rojo y observo que a Malena le ha pasado lo mismo. Luego me entero de que hemos quedado para estudiar matemáticas, eso que nadie entiende. Bueno, Malena se entera porque va a una academia y nos va ayudar a aprobar.
En un principio íbamos a quedar solo Adriana, Malena y yo para estudiar pero Malena decidió invitar a Carlo por pena, mayormente. En la clase somos un grupo de cuatro y pensó que quizás se sentiría desplazado. Y ahí estábamos, a las cinco y media de la tarde en el instituto, colándonos en una clase cualquiera y viviendo al límite. Escuchando a la gente pasar y sufriendo porque no entrase alguien y nos echara con un castigo. Al menos esa era mi sensación. Entramos en una clase en la segunda planta, Malena se pone en la mesa del profesor, y nosotros en la primera fila. Sacamos los folios y empezamos a copiar el tema. Comienzan mis preguntas tontas y las caras de desespero de los demás, sobretodo de Adriana que suelta comentarios que me hacen reírme. A Carlo se le ve concentrado, quizás lo entienda todo.
Pero es evidente, llevamos cosa de medio tema y no nos apetece seguir. Sin cuento de nada empezamos a hablar de alguien por equis motivo. Y es que nunca hay motivo para criticar, se hace y punto. – Como lo odio, es que… - hace un gesto de rabia indicando que le dan ganas de pegarle.En ese momento habla de un compañero de clase. Es el típico chico que solo les hace la pelota a los profesores. Que habla sin tener que hablar. Que intenta ser el perfecto dejando a los demás mal cuando es él el único en quedar mal. Aquel que pone habla de cosas directas que no son tan directas, y el que da consejos dándoselas de maduro. Es un tanto insoportable. Debo confesar que para mi tiene sus momentos. Supongo que le guardaré algo de cariño después de todo, lo conozco de años. Pero aún así entiendo el odio hacía él y yo tampoco lo aguanto en la mayoría de ocasiones. - ¿A qué si? Es que lo voy a reventar. ¿De qué va? El que no estudia pero se tira dos semanas estudiando, es un mentiroso. – Y ahí es cuando Adriana entra. No sabes si en realidad quiere romperle la cara o es que le tiene demasiado odio. Malena y Adriana tienen eso, muchos odios en común. Pero aunque los comentarios de Adriana son graciosos, los que te dejan muerto son los de Malena, es que no te los esperas en ningún momento. Sus caras de asco, la cara de desesperación que pone cuándo éste habla, o la forma que tiene para criticar. Pero aunque Malena no aguante a muchas personas, si hay una persona que odie es esa, de la que habla en esos momentos, el chico “perfecto”. – Everybody – Dice Malena sin venir a cuento. Lo dice además sin pronunciación, tal cual. Por lo que da a entender cuando el chico perfecto lo dijo así en mitad de la clase. Nos reímos. - ¿Se puede ser más tonto? – Pregunta irónicamente Adriana. Yo me río y la miro. - ¿No? – Pregunto dudoso. Ella me mira. - ¡No! Es que no. – Dice totalmente convencida.  Y esos son los puntazos de Adriana.
Después de un rato criticando al mismo se nos ocurre criticar a alguien más. Pero no, nadie tiene la importancia como para ocupar diez minutos por lo que nos ponemos a hablar de Gran Hermano. En ese momento Carlo se siente más desplazado que nunca porque es el único que no ve eso. Aún así al rato nos ponemos a volver a copiar.
Tenemos bastante hecho. No queremos seguir. Adriana y yo estamos hartos de estudiar, es que no nos apetece nada. Dejamos todo de lado y el único que presta atención es Carlo. Suena la campana de cambio de hora. Por la tarde también hay clases. Cada vez que había un cambio de hora nos asustábamos porque pensábamos que nos iban a pillar. Viendo que no hacemos nada Malena coge el móvil y nos pone videos graciosos. Viendo uno vemos como se abre la puerta. Un profesor entra y nos deja totalmente callados. Pregunta si somos de esa clase. Malena y yo quedamos como mudos. Carlo le responde que no. – Estábamos estudiando, pero ya nos vamos. – Responde Carlo como asustado. Nos pregunta de qué clase somos y Adriana se inventa una al azar. Parece colar y nos salimos de ahí corriendo. Justo cuándo cerramos la puerta nos ponemos a reír, si no nos han escuchado en todo el edificio es que están sordos.
Se suponía que ya nos íbamos pero a Adriana no se le ocurre otra cosa que meterse a otra clase aleatoria. - ¿Rompemos algo? – Pregunta emocionada. Y me resulta gracioso porque lo dice tan emocionada como si fuese algo que le llenase de verdad. Entonces se pone a escribir cosas por los carteles, tonterías en realidad. Tira algún que otro cartel y yo cojo y tiro otro. Carlo se pone a escribir en la pizarra. No escribe nada de importancia, seguro que si lo viésemos de antes pasaríamos pero nos ponemos a reír. Parece que estamos borrachos. Es lo que tiene estar con el cachondeo. Básicamente.
Salimos de allí antes de que nos pillen. Nos quedamos un rato hablando en la salida. Veo de lejos a un chico que sé que va detrás de Carlo. En realidad no sabría decirlo muy bien pues no se sabe cuando habla en serio o no. No me cae bien. Ya no solo por eso, más que nada porque tampoco lo conozco, pero como me ha hablado Felipe de él, intuyo que no debe ser buena gente. No recibo muy buenas críticas suyas. Carlo lo saluda y me hace gracia por el hecho de la cara de asco que pone mi amigo.
Malena y Carlo se van por otro lado, mientras que Adriana y yo por otro. Pasamos por una carnicería. - ¡Dios! Mira esa carnicería. – Me exclama ésta y me resulta muy gracioso por el modo en la que me lo señala. - ¿Qué pasa con ella? -  Pregunto confundido. – Ahí fuimos el otro día… ¿Puede haber sitio que eche más peste que esa? Puto asco, les gritamos que había peste y nos fuimos corriendo. – Me río y pregunto el por qué entran si no  les gusta el olor. – Para reírnos, si voy a un sitio tiene que haber calidad, ahí no, qué asco chaval. – Y ahí es cuando ya no puedo más. Me duele la barriga de tanto reírme.
Llegamos a la esquina y se va por otro lado. Nos decimos ambos de seguir estudiando pero nos acabamos riendo como respondiendo un no.
De camino a casa me pasa lo de siempre, me quedo pensando en hoy y en cosas mías. Tonterías en realidad, pero no sé como lo hago pero siempre, siempre acabo hablando conmigo mismo como si estuviese loco. A veces tengo miedo de acabar hablando solo por la calle. Tristemente ya me ha pasado alguna vez.

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