En periodos de tristeza el médico me ha prescrito que guarde bajo llave las palabras. No sea que las hiera con los golpes que da el llanto.
Puedo en cambio registrar detalladamente los verbos que invitan a soñar.
A la mañana con los primeros rayos de sol tomo la pastilla que acciona el mecanismo de los días con sus horas y sus angustias.
Y en ese rincón de la casa que nunca habito guardo los tormentos que tu vida dejó en nuestro calendario.