Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.Hay amistades de varios tipos.
Cuando las personas coincidimos en espacios, por ejemplo, de trabajo o de estudio, a menudo el compartir experiencias genera una empatía por la que se desarrolla una recíproca buena voluntad y nacen ganitas de un rato más de esa compañía: hay amistad.
Otras relaciones atravesadas por la buena voluntad se nutren de afectos positivos de modo que en cada roce cariñoso, sea físico o emocional, madura un vínculo amistoso. Ahí están, por ejemplo, algunas relaciones afortunadas con líderes o cuidadores.
Y hay amistades temáticas: para la fiesta, para la aventura, para la conversación, para los problemas... Se suele menospreciar al amigo que está ahí para una o dos cosas, y no para todo, pero yo creo que es bueno valorar lo que cada relación puede ofrecer, sobre todo apreciar lo que alguien nos da de su persona.
Sin embargo, sin que necesariamente valga más que las otras, hay un tipo de amistad paradigmática, a la que no tiene que ponérsele apellido (porque se dice "los amigos de la escuela", "los amigos del trabajo", "los amigos del pueblo"). Según yo, a pesar de que arriba he mencionado dos veces la "buena voluntad", el atributo de criterio fundamental de la amistad-amistad es la complicidad. Es lo que hace que padres e hijos no puedan ser amigos, aunque lo sean de alguna manera... de una manera especial que no es la manera en que se es amigo de los "amigos-amigos". Porque los cómplices no son para las cosas buenas, de provecho espiritual, que te hacen crecer como persona.
Obviamente, un amigo de verdad no te va a acompañar a arruinarte la vida, ni te va a acompañar a arruinarle la vida a nadie, a menos que eso sea parte de la normalidad de tu contexto. Pero yo creo que lo que marca la amistad-amistad es el estar ahí cuando te portas mal: estar ahí, portándose mal contigo o al menos acompañando. Eso no se olvida. Es especial. De lo más ridículo que he hecho, en una mala racha de cuyo nombre no quiero acordarme, es pedirle a alguien a quien considero mi amiga por siempre después de eso, que quitara un "me gusta" a una página de Facebook. ¿Hay algo más infantil o bochornoso? Ella me hizo el favor y espetó una frase contundente sobre lo "poca cosa" de eso que no merecía ni medio "me gusta". No fue madura, objetiva y edificante: me acompañó a sacar la lengua.
Silvia Parque