Vamos a durar todo el tiempo que debamos hacerlo.
Dalila supo que la primer vez que lo vio será su gran mor de cuento, que tendría su Final Feliz y que sería perfecto, quizá habría un dragón lanza llamas que la tendría cautiva, pero que al final la rescataría, como siempre.
Pero los siempre nunca son verdaderos.
Cuando lo conoció pudo literalmente quedar con la boca abierta, con un hilo de baba cerca de la comisura y con los ojos tan abiertos como platos. Con ese caminar tan lívido y suelto y sus ojos mieles, sus cabellos negros y su tez morena.
Creo que eres mi mayor deseo. Había dicho en su primera cita, con los ojos brillosos y una sonrisa juguetona en los labios. Él era esa clase de hombre que te derretiría en un día de frio.
Quizás lo ms hermoso de él era su calidez, como te sostenía en sus brazos y la electricidad recorría sus cuerpos, como las llamas comenzaban a subir entre los dos.
Él era el sol que tanto necesitaba su noche fría.
Y para desgracia de Dalila, su amor fue tan fugaz como las estrellas de la noche, tan rápido como el viento en una tarde calurosa y tan profundo como un golpe bajo, allí justo en el corazón. Pero no importaba, porque era memorable.