Hoy se celebra un aniversario bastante gris en mi vida: hace justo un año que nos dejó Dani, un amigo de los de siempre. De esos con los que crecimos y aprendimos a vivir. Mi amigo Jes le ha escrito un texto y me pidió que lo publicase, por si acaso allá donde esté nuestro querido Bandi se pillase internet por fibra óptica o algo y consiguiera leernos.
Sigues con nosotros, amigo. Un beso gordo.
Bandi: tus amigos te recuerdan. Hace un año que te marchaste, de sorpresa, sin avisar. Un momento terrible, de confusión, deseando que todo fuese un mal sueño, se transformó en una pesadilla para tus seres queridos. Hace un año, y parece que pasó ayer. Nunca debió ocurrir. Aún no sabemos por qué, o incluso qué sentido poder darle a tal disparate. Una persona tan buena con sus amigos y en general tan dócil con la vida, aunque peleabas cada injusticia, cada revés que alguien le infligía a un inocente, cada perturbación de la paz. Pero más allá del terrible final, tus amigos siempre te recordamos y sólo nos asaltan a la mente buenos recuerdos. Eras tan bueno que es muy fácil mirar al pasado y ver una sonrisa, o una mueca de asentimiento. Los buenos momentos para ti eran para compartirlos con todos. Los malos, lo sabemos, te los guardabas cuanto más podías, con tal de no preocupar al personal. Pero los que te conocemos te lográbamos sacar esas “mierdas”, como las denominabas, y hacerles frente común. Al igual que tú eras el primero en defender con tu espada nuestra existencia, ahora más infeliz que hace 366 días. Amigo de tus amigos y siempre cuidando de tu familia, nos contaban. Adoras a los hijos de tus hermanos. A tu sobrina le confiabas ya verdades que le han calado hondo y le harán ser el día de mañana una mujer de bandera. También enseñarás a ese bebé recién nacido, hijo de tu amada hermana Marta, cómo ser un gran nuevo Bandi. Quieres a los tuyos bien. Te gustaba conversar de tú a tú, sin intromisiones externas. Eras un humanista, te centrabas en la persona por encima de cualquier otra cosa. No eras un santo, pero le dabas mil vueltas al resto. Y otras mil. Me asaltan tantos recuerdos. De pequeños jugando a los He-man en tu casa de Capuchinos. O jugando al fútbol con toda la panda de chavales en tu parque. Siempre se nos iba el balón a los gitanos. Mientras esperábamos a que algún adulto nos abriera la puerta del garaje, nos íbamos conociendo sin saberlo en conversaciones pueriles y otras no tanto. Fue precisamente el balón de fútbol que entró en mi patio que hizo que sugirieses que quizás podría subir a jugar al fútbol. Y así te conocí. Lo mejor que ha hecho en esta vida el hermano Jes ha sido presentárselo a sus otros hermanos Antonio y Anselmo. Siempre le estaremos agradecidos. Más allá de aficiones comunes, como los videojuegos, y esas noches interminables jugando en verano al Duke Nukem o al Witch’s Revenge, o esos partidos en Villa Cristina, te convertiste en un hermano de sangre no pura, en alguien cuya confianza y amistad ya no tenía límites. Más allá de los límites que nos ponía el colegio, el instituto, y luego la universidad. Ahí me perdí un poco en mis estudios, pero no tardé en encontrarte luego como siempre, junto a nuestro otro hermano para siempre, Anselmo, que te echa de menos tanto o más que yo. Y lo pasamos bien en nuestra primera juventud. Ochi, Anselmo, tú y yo tuvimos conversaciones memorables de las que unen vidas. Un punto memorable en mi vida: 16 de febrero de 2006. En ese momento decidí dar un paso sin retorno a la vista, abandonar el país hasta saber cuándo. Siempre tuve en mente a los amigos como algo sacrosanto y que había que cuidar. Más que cualquier trabajo, más que cualquier perspectiva de prosperar o felicidad, los amigos y la familia son siempre lo primero. Yo hubiera dado todo por haber cambiado el destino. Parte de mi libertad y mi cuerpo por que estuvieras cerca. Pero esto no funciona así. Una vez en Inglaterra, bribón, nuestra relación cambió. ¿Realmente? Muy poco. Sí, os echaba de menos. A ti te veía muy poco. Pero siempre que cogía un avión estabas ahí. Estuviste cuando me fui, y tantas veces que volví. Y nos cambiaban las caras, pero nunca el alma. Éramos los mismos de siempre. Fuimos a Londres, tú y Sentencia –éramos Jes, Tuko, Sentencia y Bandi- y eso acrecentó hasta límites increíbles la amistad eterna entre los 4, todos presentes en cada conversación, en cada momento, en cada fotograma de la vida. No había nada mejor que sentarse en los bares de tapas y disfrutar de una conversación entre hermanos. Se nos cargaban las pilas para meses. Cuántas tardes jugando al rol, jugando a los videojuegos, noches yendo de marcha o minutos al Messenger. Cuántos minutos echados al fútbol, o en la playa jugando a las palas. O chupitos ingeridos, o conversaciones sobre mujeres… Algo de sentido sí se le ve a todo esto. No conocerte hubiera hecho nuestra vida más vacía. A menudo me pregunto en situaciones o actitudes que tengo ante ciertas cosas, y ante las que importan, qué me hubieras dicho, o aconsejado. Sales en sueños, y sé que tu estancia es temporal, pero eres el de siempre. Estás en cierta manera en todos nosotros, haciéndonos mejores personas. En cierta manera sigues vivo, hermano Bandi, y para siempre. Espero que allá arriba en el cielo la estés liando parda. Seguro que estás inflándote a birras con tu amigo Jim Morrison (tus gustos musicales, lo siento, eran horribles) o Freddy Mercury en un pub inglés. Uno de mis sueños era llevarte a Escocia algún día. Espero que desde las nubes veas lo bonitas que son las Tierras Altas, que al fin y al cabo te quedan más cerca de donde estás ahora. Llegará el día en el que nos volvamos a encontrar y nos abracemos para acto seguido sentarnos en algún pub celestial y volver a disfrutar de nuestro tapeo entre amigos de verdad. Te seguiremos convenciendo de que no son princesas… Mientras tanto, siempre que miro al cielo te veo en forma de estrella, vigilando y guiando nuestros pasos en la vida. Has visto ya muchos goles dedicados, pero no te canses que habrá más. Cada momento de nuestras vidas no los vivimos ya solos, también forman parte de ti, los vives con nosotros, nosotros los vivimos por ti. Tu madre Paloma, tu padre Pepe, tus hermanos Marta y Álvaro, toda tu familia, Jes, Sentencia, Tuko; Isa y Bea, Antonio y Ramón, Ale, David, Cristóbal, Jorge, Gianfranco y tantos, te dedicamos en el aniversario de tu partida un homenaje que nunca hubo de existir: estas letras in memoriam. Todos rezamos por ti y por los tuyos, para que sean felices tal como tú hubieras deseado con toda tu alma. Un abrazo, hermanos para siempre.
Postdata: Adjunto una foto de nuestro último encuentro, hecha en Torre del Mar el 14 de octubre de 2012. Una noche en la que no podíamos ser más felices y que siempre recordaremos.
Jesús. 11/11/2013.