Esta debería ser nuestra máxima para el resto de los días de nuestra vida, y aunque vale, los propósitos de año nuevo son difíciles de cubrir, lo importante es tener el talante para decir, Silvi, vamos a ser coherentes y trabajar en nuestros objetivos en el corto plazo. Así que lo he pensado y me he desapuntado del gimnasio. Si, como lo oyes. Por algo hay que empezar. Me doy cuenta de que estaba pagando para tener derecho a ir a un sitio al que no voy porque no sólo me da pereza, sino que me aburre soberanamente. Las clases en el Holiday Gym son un tostón, vuelta y vuelta, y para hacer máquinas o correr sobre una cinta, prefiero salir a andar con amigas o jugar al Zumba en la Xbox... y con los 33 euros que me ahorro al mes seguro que se me ocurre algún plan mejor.
Si por lo menos hacer bici fuera tan divertido como esto...