Así por ejemplo, el cristianismo se basa en el judaismo, toma sus bases filosóficas, mitológicas e históricas y se transforma en una nueva religión más o menos desde el 300 DC en adelante. Tanto es así que Jesús (Joshua Ben Yosef), la figura central de la fé cristiana, fué un judío circunsidado, que iba a la sinagoga y estudiaba el Tanaj (Biblia, en hebreo).
De igual manera, unos 2.000 años antes, fueron los primeros hebreos quienes tomaron prestado filosofías, mitos e historias de una cultura anterior para ir decantando el judaismo, el que se fue estableciendo como una religión nueva por ahí por el 1.500 al 1.000 AC.
Son muchos (y super interesantes) los estudios históricos sobre la evolución de las religiones. Pero lo encachado es cuando los arqueólogos descubren una pieza real, palpable, que refuerza tales teorías. Y esto ha sucedido esta semana en el Museo Británico de Londres.
Todos hemos leído (escuchado al menos) la historia del diluvio, de Noé y su arca, que está contada en el Génesis (Bereshít, en hebreo) el primer libro de la Biblia. Historia escrita alrededor del 1.000 AC, posiblemente cuando los israelitas estaban bajo el reinado de Salomón.
Y he aquí que el arqueólogo británico Irving Finkel (en la foto) ha hallado una tableta babilónica de hace 4.000 años que relata exactamente lo mismo: los dioses deciden limpiar la tierra y el dios Enki ordena a un pastor llamado Atra-Hasis construir un barco - redondo en esta caso - y le entrega incluso medidas e instrucciones.
Así, una leyenda babilónica del 2.000 AC, se filtra cinco siglos más tarde en el primer libro del Tanaj hebreo (y unos 2.000 años después en la Biblia cristiana). Una pieza de arqueología que refuerza la teoría de que el judaismo se basó en gran parte en la filosofía Zoroastrista babilónica. Este es el artículo original.Relacionado: La Biblia y la historia de algunas palabras