(*) UN ÉTÉ INDIEN.
Un verano Indio, o el verano de los Indios es una expresión originaria del Norte de América, en Francia se traduciría por el Verano de la San Martín. Es ese período soleado y templado, suave, que llega tras las primeras heladas de un otoño vespertino y antes del invierno.
Los tibios amaneceres de un verano que juguetea con las revoltosas hojas de un otoño vespertino, me llevan en el primer bus de regreso a casa mientras duermes. Arrastro la ilusión por el sendero de la metódica voz que tras los cristales empaña la vida. Impotente e indiferente veo morir todas mis sombras en el eco de un siniestro ataúd de dormidos deseos.Desde el muelle despedazado por el último huracán, con un pie en las aguas del Sena y la sombra de un norte que se despereza bajo un été indien y tan parisien a finales de verano, entre nubes negras y perlas de plata que bifurcan en mi boca, mordisqueo mis labios hasta hacerlos sangrar, mientras florece mi sonrisa y mi voz, acurrucada en la hambruna de tu pecho, acicalando la inofensiva vehemencia de una resaca en calma.Lacero la frontera que nos separa y alborota, rompiendo normas, debilitando la sequedad entre los mordiscos del alma.Transgredimos esencias cubriéndonos de bálsamos que ya no curan y llevamos las arrugas en el rostro sin necesidad de enmascararlas. Atrás quedó sepultada con su mentira acendrada, la hipocresía que ya olfateamos en cuerpos ajados de misterios obsoletos, y así, dejando al descubierto nuestros surcos, reconocemos en el espejo la misma desgana, haciendo catarsis, arrancando la esquirla de la memoria al quemarla en el olvido, sin rebelarnos siquiera cuando estalla la rabia, el desconsuelo y el desaliento.