Un beso en París
de Stephanie Perkins
La primera vez que oí el nombre de este libro fue en boca de Anna Gallagher, de Cajón de los girasoles, hará cosa de un año. Me contó poco de la trama, pero hablaba con tal emoción de él que supe que tenía que leerlo Estaba planteándome seriamente leerlo en inglés y no esperar a que una editorial española apostara por él, cuando Plataforma Neo anunció que iba a publicarlo. Así que esperé (mientras iba haciendo descender mi montaña de pendientes) y... Oh, la là. He quedado prendada.
Gracias a Neo Plataforma por el ejemplar
La Torre Eiffel, Amélie y un montón de reyes que se llaman Luis. Esto es todo lo que Anna conoce de Francia. Por eso, cuando sus padres le anuncian que pasará un año en un internado de París, la idea no acaba de convencerla.
Pero, en la Ciudad del Amor, conoce al chico ideal: Étienne St. Clair. Es listo, encantador y muy guapo. El único problema es que también tiene novia. ¿Conseguirá Anna el ansiado beso de su príncipe azul?
El humor y la tensión que se respiran página a página en el debut literario de Stephanie Perkins te atraparán y te llegarán al corazón.
Tengo un problema con la literatura romántica juvenil, y es que nunca sé si me va a gustar. A mi parecer, hay dos tipos de novela romántica juvenil: aquellas dirigidas únicamente a adolescentes y aquellas que gustan a un público más amplio. Para mí, las primeras son novelas como las de Federico Moccia o Blue Jeans, que cuentan historias a mi gusto triviales, con personajes estereotipados y con un estilo demasiado simplón. No digo que sean malas novelas ni mucho menos, porque su público tienen y para ellas están pensadas (en algún momento yo también puse un pie en ese grupo de ellas), pero a mí no me emocionan. En cambio, hay otras novelas, como las de Sarah Dessen, que te cuentan una historia de amor con personajes reales, con sus cualidades, defectos y sus problemas (más allá de qué pantalón le queda mejor o qué chico la ha mirado en la discoteca, sí). Esas son las que me gustan, porque consiguen crear una conexión conmigo. Es el tipo de historia que me he encontrado en Un beso en París.
La historia en sí, argumentalmente hablando, es simple: Anna deja Estados Unidos para ir a estudiar a Francia, un país completamente distinto a lo que ella conoce. Allí conoce a Étienne St. Clair y... ¡pluf! La atracción es evidente desde la primera página. Pero St. Clair (como le llaman sus amigos) tiene novia y Anna ha dejado a alguien al otro lado del charco. La gracia de la historia podría quedarse ahí, pero por suerte Stephanie Perkins es una escritora cabal y sabe que las cosas no son tan simples. Nada es un me-gustas-te-gusto-nos-besamos-somos-felices-y-comemos-perdices. Eso es lo que hace que la historia sea especial: las relaciones entre los personajes (entendidas en el sentido amplio, tanto amorosas como de amistad) son creíbles, con sus más y sus menos, sus malentendidos y sus problemas. Nada de amores a primera vista ni odios irracionales. Todos los sentimientos fluyen naturalmente con la historia y los personajes evolucionan y se abren a medida que los acontecimientos lo piden.
Los personajes son simplemente cautivadores. Stephanie Perkins ha creado unos personajes inolvidables y tan reales como el vecino de al lado. Anna tiene los miedos típicos de cualquiera que se vaya a vivir a un país extranjero y actúa como una chica de su edad, sin heroicidades ni tonterías de niña pequeña. ¡Por fin! ¡Por fin un personaje femenino real, ni demasiado cobarde ni con demasiadas agallas! Y St. Clair. Ay. Lo mejor de este personaje es que puede llegar a sacarte de quicio. Es genial porque aunque a veces no entiendas por qué hace lo que hace, es un personaje trabajado, con trasfondo, con sus grandes y pequeños problemas. Y es bajito (¡Por fin! ¡Digamos no a los pinos!) y tiene acento británico y habla francés a la perfección. ¿Algo más, Stephanie, o podemos adorarlo ya? Gracias.
Los personajes secundarios son también dignos de mención. Meredith, Josh y Rashmi, además de St. Clair, serán los grandes apoyos de Anna en París. Cada uno a su modo tiene algo especial, una personalidad única. Serán más o menos interesantes, pero lo que es innegable es que todos aportan un toque personal a la novela. Y más importante, tienen historias a sus espaldas que los hacen ser como son: los hacen humanos.
Un beso en París me enganchó desde el primer momento, hasta el punto de tenerme leyendo hasta las cuatro de la madrugada y hacerme levantar a las diez de la mañana sólo para seguir leyendo. El estilo de Stephanie es llano, pero no simplón. No tiene frases grandilocuentes, ni las necesita: la historia habla por si misma. Consigue conectar de una forma mágica con el lector y atraparlo en la historia de Anna y St. Clair. Además, es ingeniosa y divertida, algo que no siempre se encuentra en literatura (aunque sinceramente, qué cabe esperar de una mujer que hoy tiene el pelo rojo y mañana azul; si es que es única).
En definitiva, esta es la primera de las muchas novelas que espero leer de esta escritora. Un beso en París tiene todo cuanto se puede esperar de una novela romántica juvenil: romance, amistad, personajes entrañables y creíbles, una pizca de ingenuidad y una cucharadita de humor inteligente. Es una historia tan real que te deja con la sensación de que podrías encontrarte con Anna y St. Clair paseando por las calles de París. Quizás algún día tenga que ir a comprobarlo, porque si algo tiene este libro es que te deja con unas ganas horribles de visitar la ville de l'amour.
Historia:
Personajes:
Estilo:
Ritmo:
Opinión:
Lo mejor: La construcción de los personajes.
Lo peor: Error 404 - Not found