Revista Literatura

Un buen comienzo

Publicado el 10 enero 2012 por Marga @MdCala

 

Comenzar con buen pie una novela, una historia, no garantiza que ésta sea un éxito, o que siquiera sea fácilmente legible hasta su final… sin embargo, asegura una continuidad por parte de quien la ha empezado hacia su trama, y una vez en su interior, será difícil no querer saber cómo termina el relato. Dicho esto, parece imprescindible buscar un buen principio -un enganche- al cuento que deseamos escribir, para despertar la expectación en el lector. A continuación os transcribo algunos de los mejores principios de novela que se han realizado en lengua española. He investigado un poco y parece que hay unanimidad sobre los que he seleccionado, además de muchos otros, por supuesto. ¿Con cuál os quedáis vosotros?

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. (La Casa de Asterión, J.L.Borges).

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. (100 años de soledad, G.G.Márquez).

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. (Lolita, Nabokov).

Si estáis interesados en historias con un final feliz, será mejor que leáis otro libro. En este, no sólo no hay un final feliz, sino que tampoco hay un principio feliz y muy pocos sucesos felices en el medio. (Un mal principio, L.Snicket).

Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados. (El amor en los tiempos del cólera, G.G.Márquez).

¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen… y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia. (El corazón delator, E.A.Poe).

Era el mejor y el más detestable de los tiempos; la época del saber y de la tontería; de la fe y la incredulidad; de la luz y las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Íbamos directamente al cielo y rodábamos hacia el infierno. (Historia de dos ciudades, C.Dickens).

P.S.: Ayer, 9 de Enero de 2012, comencé con el borrador resumido de mi tercer libro. Apenas fui consciente de que llevaba hora y media escribiendo a mano en un cuaderno. Tal vez este dato también pueda considerarse un buen comienzo…

 


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