He pasado unos días en mi pueblo, donde nadie salvo mis padres y mi hermano saben que soy lesbiana, y donde me veo obligada a ocultarlo. A cada momento, sin embargo, lo recordaba, y mi silencio iba dando una forma redonda a lo que soy. Una forma redonda, incandescente y roja que se albergaba en el lado derecho de mi pecho, allí donde nadie espera encontrar nada importante, excepto la parte superior de mi pulmón.
Cuando me sentía tentada a olvidarlo, a fingir, a idear una vida alternativa, esa pequeña estrella roja latía con más fuerza. Cuando pensaba que tal vez fuera mejor abandonar, elegir, recluirme en un espacio seguro, mi corazón incandescente brillaba con una energía renovada, reconfortando ese lugar desconocido, ese pequeño espacio junto a mi pecho, desde el que irradiaba suficiente calor a mi organismo como para no dejarme desfallecer.
Del mismo modo en que mi estómago digiere sin que yo se lo pida, de la misma manera en que no puedo parar los latidos de mi otro corazón, este nuevo órgano funciona de manera autónoma, recordándome algo que soy entre otras muchas cosas; algo sencillo, natural, fuente de un profundo bienestar siempre que me atreva a dejar que fluya. Surgió sin que yo lo decidiera y amenaza con quedarse en mi pecho hasta que descubra mi manera de vivirme superando cualquier tabú.
Desconozco si seré capaz de encontrarla, ahora que mis miedos campan a sus anchas por mi interior. Pero me alegro de tener uno corazón nuevo a la derecha que me haya prometido velar mi sueño hasta que tenga la fuerza de despertarme y atreverme a salir.
Encantada.
Magazine
Un corazón a la derecha
Publicado el 11 agosto 2010 por EncantadaTambién podría interesarte :