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Un cuentista y tres círculos
Publicado el 28 septiembre 2011 por AlexpeigDe nuevo aparece en los medios oficiales. Mi cuestión favorita. "¿Quién o quienes gobiernan el mundo?". Dicha cuestión me retrotrae a la candidez juvenil, cuando yo intentaba culpar al mundo exterior de mi aislamiento, cuando me separé de casi todos mis amigos y le declaré la guerra a la sociedad porque - razonaba yo - "ella", con sus tentáculos de persuasión y la omnipresente maquinaria del consumo globalizado, me los había quitado, a pesar de mi esfuerzo en la construcción de un estilo de vida superior que pudiera mejorar el estado de cosas. La conspiranoia es un buen subterfugio para los "perdedores" como yo. Así que me impuse el reto de conocer la Verdad. Mi actual filia, por tanto, es hija de la nostalgia de aquella época. Cuando has accedido al conocimiento de la Verdad, te das cuenta de que esta nunca aparece configurada al completo, sino más bien quimérica, inestable, escurridiza, y nunca podrás utilizarla para convencer a los incrédulos. Tal vez una ilusión creada por la necesidad de vertebrar mi pensamiento con la realidad que me supera. Ustedes ya habrán visto o leído algo sobre este personaje, del que se está hablando mucho desde hace un par de días. Este capullo parece ser fruto del enésimo montaje publicitario dentro del programa milenarista que nos van colando a ritmo de cuentagotas. El apocalipsis es una ilusión colectiva alimentada por los "mass-media". Paralelamente, el desvelo del verdadero orden mundial entronca con la escatología del dogma católico y la imaginería asociada a el último de los libros que forman La Biblia. El juicio final no podrá ejecutarse hasta que los culpables salgan a la luz pública. Rastani, por un lado, nos dice que los políticos no gobiernan el mundo, sino que esa prerrogativa está en manos de una gran compañía de inversores bursátiles. Por otro lado nos advierte de que antes de doce meses los ahorros de millones de personas perderán toda validez crediticia, con lo cual habrán estallidos de violencia y caos generalizado. Una de las ideas fundamentales que sostienen el discurso desarrollado en el apocalipsis de San Juan es que las naciones del mundo, al Final de los Tiempos, serán víctimas de un gran engaño. Sólo por especular les cuento que corren rumores sobre el significado escatológico del año 2012, que no sería el de un fin del mundo ni el final de una era, sino el del fin de los encubrimientos, el momento en que la humanidad sabrá quienes han sido sus verdaderos gobernantes desde la capitulación y el orden surgido en 1945. Nada de esto ocurrirá, lógicamente, pero quiero resaltar que la tendencia actual es difundir ideas que hasta hace poco eran casi un tabú. Resulta perturbador descubrir que la democracia es ilusoria hasta cierto punto.
El caso es que esta forma de inception funciona y el espectador que somos todos tiende a pensar - por pura comodidad - que las compañías transnacionales como Goldman Sachs tienen un poder casi exclusivo y exhaustivo. Efectivamente, los políticos no son los que cortan todo el bacalao, pero tampoco hay que sobredimensionar la función que ejercen las transnacionales en la pugna global por controlar los principales sectores estratégicos (energía, monopolio de la moneda fiduciaria, complejo militar e industrial y, en la cúspide, la Intelligentsia formada por los creadores de la cultura y el imaginario colectivo). Yo, en un espacio de la duermevela, caído en reminiscencias de una vida pasada o alterna, soñando con esos Maestros que pudieran revelarme los secretos, accedí al sacramento que de modo esquemático explica la estructura del poder mundial. El símbolo de dicho sacramento son tres círculos concéntricos referidos a la jerarquía del poder. El círculo exterior representa el poder de los políticos y los medios de comunicación a sueldo de aquellos, la estructura visible y públicamente reconocida. El segundo círculo representa el poder de esa complicada red de compañías transnacionales que influyen en muchas decisiones políticas al margen y contra el voto del ciudadano. Existe un tercer círculo, el más profundo y determinante de los tres, como ya digo, pero no es el momento de escribir sobre él porque requiere desgranar una serie de conceptos e hilvanar categorías de forma que yo mismo pueda comprender exactamente a qué me estoy refiriendo, aunque ya he accedido a una aproximación intuitiva. La historiografía y la sociología no sirven para explicarlo, hay que ir más allá, romper el espejo de las apariencias y la seguridad del método empírico y aceptar una realidad incontrastable como la de las sociedades secretas. Por hoy basta con subrayar el carácter permeable de la relación entre esos tres círculos. Es decir, los agentes de la clase política en el primer círculo pueden influir y condicionar el tejido de las transnacionales en el segundo círculo, y viceversa. Es una especie de pugna mediante fuerzas que actúan en ambas direcciones. No es un esquema cerrado y estanco, por eso no se puede decir que Goldman Sachs gobierna el mundo, es sólo un agente influyente sometido - como todos aquellos que componen los dos primeros círculos - a la deriva de los acontecimientos. Al final, por mucho que los Señores del Mundo hagan todo lo posible por controlarlo, siempre queda un margen de imprevisibilidad.
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