Ayer, sábado tuve un desayuno de lo más interesante. Me levanté algo tarde, sobre las 10:00 y mi hijo Quique vino pronto a decirme que un gavilán (Accipiter nisus) había cazado una paloma doméstica (Colomba livia) en el campo de maíz que hay enfrente de mi casa, que ahora está cosechado. El gavilán estaba sobre una torre del tendido eléctrico y la paloma yacía en el otro extremo del campo. Las urracas, desde la higuera que tenemos en casa, no paraban de hacer ese ruido parecido a una carcajada que emiten cuando un depredador ronda por los alrededores y que suelen frustrar cualquier posibilidad de caza, ya que avisan a todo el vecindario.Me parecía algo grande el ave para ser un gavilán, y por eso he ido a por los prismáticos. Enseguida he visto que no se trataba de un gavilán, sino de un halcón peregrino o común (Falco peregrinus). Sus bigoteras negras, familiares a cualquiera por la fidelidad con que los egipcios las reflejaron en sus dibujos y esculturas del dios Horus eran inconfundibles. Al cabo de un rato, el halcón ha recuperado su presa y se la ha llevado al extremo opuesto del campo, lejos de las impertinentes urracas que no se atreven a salir de la seguridad del árbol para importunar la comida del halcón. Durante un buen rato, hemos contemplado como el halcón desplumaba y se alimentaba con la paloma. Pensaba yo, acercarme al lugar del desplume para hacer una foto y con las imágenes de los restos hacer una entrada al blog, pero un milano real (Milvus milvus) ha decidido que el espectáculo se iba a terminar.Yo sabía que si el halcón abandonaba la presa, la distancia que me separaba del lugar del desplume, aunque no era mucha, no serviría para que el milano abandonase la presa al verme salir. En una ocasión he visto a un milano real recoger un cadáver de la carretera a escasos metros de los coches que circulaban.El milano ha acosado al halcón, que ha levantado el vuelo con la paloma entre sus garras. Esperaba que se la hubiese llevado a lo alto de la torre de alta tensión, pero ha preferido emprender el vuelo en otra dirección, y acosado de cerca por el milano se ha perdido en el horizonte. Y así ha terminado el desayuno. A pesar de todo, he ido a fotografiar los restos para compararlos con los de otras aves rapaces, y sólo os puedo relatar lo que ha quedado, pero claro, al desaparecer la presa no puedo mostraos imágenes más claramente identificativas.En las fotos, podemos advertir primero, que ha desechado los intestinos. En el caso del ataque de un gavilán, el paquete intestinal seguía dentro del ave, ( ver entrada la presa del gavilán) y en el caso del aguilucho lagunero (Circus aeruginosus), éste había desaparecido junto con todo el resto del cuerpo, quedando sólo las plumas (ver entrada rapaces distribuyendo semillas). En ambos casos tenéis una entrada en este blog de un ataque a palomas.También podemos advertir que ha desplumado la cola al completo, pues se ven en el desplume todas las rectrices, y que ha desplumado en parte las alas, pues las plumas rémiges secundarias aparecen más o menos cerca del desplumadero. Al hacer viento y ser las plumas grandes, son arrastradas con facilidad. La cabeza no ha sido separada del cuerpo todavía, lo que diferencia este escenario del que queda tras un ataque de gavilán.En otras ocasiones, lo que he encontrado es el esqueleto del tórax completo con los huesos de las alas en conexión (articulados) y sólo las rémiges primarias presentes. La cabeza no estaba. He visto como la cabeza era desechada incluso en el caso de presas del tamaño de un gorrión común.
Quiero destacar la presencia del contenido del buche, que al igual que hizo el aguilucho lagunero, aparece desgarrado. En este caso se trata de trigo que a buen seguro ha obtenido del molino de Montañana. Me permito recordar una cita de Charles Darwin, de su libro “El origen de las especies”. Concretamente del capítulo 12, Distribución geográfica y del punto que habla de los Medios de dispersión (de las plantas). “… el buche de las aves no segrega jugo gástrico y no perjudica en lo más mínimo la germinación de las semillas, según he averiguado experimentalmente. Ahora bien; cuando un ave ha encontrado y ha ingerido una gran cantidad de comida, se ha afirmado positivamente que todas las semillas no pasan a la molleja antes de doce o diez y ocho horas. En este intervalo, un ave puede fácilmente ser arrastrada por el viento a una distancia de 500 millas, y es sabido que los halcones buscan las aves cansadas, y el contenido de su buche desgarrado puede de este modo esparcirse pronto.” No es esta la primera vez que veo en el monte hechos que figuran en este magnífico libro, y aunque sé que ocurren, siento una especial satisfacción cuando puedo fotografiarlos.
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Un desayuno de documental. (La paloma, el halcón y el milano real).
Publicado el 01 diciembre 2013 por GrumeteTambién podría interesarte :