¿Fue un desliz? No quiso hacerlo... ¿o sí?
—Se me fue la mano —había dicho—, no soporté encontrarme a Agapito en mi casa.
Escuchó la sentencia mientras el enterrador echaba la tercera palada sobre el ataúd de su compañera.
Y yo pensé: "¿Por quién doblarán hoy las campanas?".