Revista Literatura

Un día heavy

Publicado el 04 noviembre 2010 por House

Ayer fue un día más que heavy. Se produjeron diferentes noticias que perfilaron una jornada pintoresca desde un punto de vista periodístico e informativo.    Por la mañana, un caudillo castellano volvió a hacer de las suyas. En su casa, en la de sus ciudadanos, esas personas que un día mostraron su confianza para que él llevase el timón de la ciudad, volvió a ejercer la dictadura más recalcitrante y obtusa que un político del siglo XXI puede ejercer. Parece ser que en las tierras castellanas no conocen el color gris. Sólo el blanco y negro. No hay términos medios. Hay que ser fiel y leal al caudillo, independientemente de cómo pienses o cómo sientas. De lo contrario, automáticamente te conviertes en “el maligno” porque te posicionas en su contra. Equivocado anda el profesor. Ayer metió la pata, y se manchó de barro hasta la mismísima barbilla. Como quiera que algunos ciudadanos mostraron su reprobación por gestas poco éticas que el adalid había realizado ‘heroicamente’ hace unos días, él, sin cortarse un pelo y demostrando que para él no existe la Carta Magna, tuvo la brillante idea de utilizar a la fuerza pública para desalojar a quiénes, en el libre ejercicio de libertad de expresión y reunión, expresaron su repulsa por una actitud tan vil y mezquina como machista y radical. El bueno del prócer tendría que saber –y ya es entradito en años el guayabo- que la riqueza de la democracia consiste en la pluralidad de opiniones. Es rica aquella sociedad que logra que sus urbes sean escenarios diferentes de discusiones enriquecidas desde la apuesta personal de cada uno de los intervinientes. Pero el susodicho ilustrado, antes que ser racional y democrático, ejerció de dictador endemoniado. ¡Toda una gesta ésta de los obtusos! Otra  imagen de cómo se encuentra el patio de enfrente. Un lodazal de basura y fango.No habíamos terminado de digerir esta hazaña, cuando los medios de comunicación volvían los ojos al sur. En las tierras del poeta Alberti, una niña de diez años daba a luz a un niño en perfectas condiciones. Lógica y sensata es la actitud del centro sanitario. No sólo debe intervenir la Administración Autónomica. También la Judicial. Y me la trae al pairo el hecho de que en Rumania sea habitual que las niñas con diez ya sean madres. Nuestro Estado de Derecho no puede consentir crímenes de este tamaño. Una niña embarazada, que da a luz con diez años, es un crimen. No es normal. No es humano. No es ético. La Justicia debe de intervenir. No me cabe ninguna duda. Muchas parejas desean culminar su proyecto personal con una adopción. Ese recién nacido, que no preguntó cuándo ni cómo iba a venir al mundo, no tiene ninguna culpa de caer en el seno de una familia irresponsable, inmadura y cruel. Pero el día aún pariría más postmodernidades amaneraras. El mayor mafioso que tiene la Unión Europea presumía públicamente de su heterosexualidad, a favor de la belleza femenina, en detrimento de la homosexualidad. ¡Hay que ser mendrugo para hablar. Pero estaría muy bien que alguna persona próxima a él expresara pública su homosexual. ¿Qué ocurriría? Me gustaría ver la cara al machito. Me encantaría observar el rostro del mafiosillo –para ser mafioso hay que saber ejercer de tal, y él aún es un triste aprendiz- al enterarse de que en el seno de su familia hay una opción homosexual. ¿El pandillero ejercerá de inquisidor? Seguramente sí. Pero lo triste es que él aún se cree que rie la gracia. Como no sea en su propia cara mientras se mira al espejo… ¡Qué chorizo es el rufián!Podía añadir más lodo al día, pero resultó más que boyante y brillante. Con días tan heavy como el de ayer, hasta nos olvidamos de nosotros mismos. Y nos dedicamos a idolatrar a falsos becerros de oro por un puñado de euros, aunque seamos conscientes de que la telebasura es más apetecible que el rigor informativo. Todo dependerá del mercadeo, y de que a algunos les interesé catapultar a primera línea a personas que no han trabajado en su vida. Y les llaman reinas. Yo añadiría, sin corona, sin palacios, sin dinastía pero con mucha jeta. Son, sin duda, la imagen más chabacana, vulgar, tercermundista y cretina que jamás podía darnos la televisión. Y asi nos va…

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