En el cementerio los esqueletos de los nichos contiguos crujen de envidia.
Revista Talentos
Desde que él se fue, se está quedando en los huesos. De día vaga por la casa, tan grande para ella sola, como alma en pena. De noche la acucia el fantasma del deseo y pulsa su número.
En el cementerio los esqueletos de los nichos contiguos crujen de envidia.
En el cementerio los esqueletos de los nichos contiguos crujen de envidia.