
Un fuerte aplauso por favor.
¡Tachán! Y todos los niños de la clase quedaron boquiabiertos. Incluso dos niñas de la primera fila gritaron agudamente. Ubaldo, que desde hacía varios años se encerraba en el garaje para practicar magia, consiguió su número magistral. Ya llevaba tiempo embelesando a sus compañeros con trucos de todo tipo pero lo de hoy era supremo. Los alumnos petrificados no desviaban la mirada de la asombrosa escena. Sólo la aparición del director en el umbral hizo que alguno despertara. Y aunque lo intentó, doña Lourdes no consiguió taparse su desnudo integral.
Torcuato González Toval
