Revista Talentos

Un gato es un espejo

Publicado el 29 octubre 2012 por Mbbp

UN GATO ES UN ESPEJO

Seguramente sabes que, cada día más, me siento como un gato… y en especial un día como hoy de luna llena! A los gatos nos encanta la noche y adorar la luna, pues nos encontramos con nosotros mismos y con quien amamos, en la soledad y el silencio! Y, aunque ser gato es algo que siento, nunca he encontrado razones para sentirme así ni para ser percibido de esta manera por los demás! Solo sé sus efectos, pues el gato es un animal considerado inquietante, traidor y escurridizo por muchas personas! Para mi un gato, por contra, es sensible, discreto, cariñoso y autosuficiente (¿o se siente simplemente sin amo y rebelde?), aunque no a todos se lo parezca y en contraposición al perro, que es un complaciente e incondicional animal doméstico -y muchas veces demasiado domesticado- para su dueño y señor amo.

Pero hoy he encontrado un artículo ajeno en el que se habla del gato como espejo! Ahí está la clave de que me sienta como uno y, sobre todo, que los demás me vean y actúen conmigo como si realmente fuera un gato! Un gato es un espejo de los que conviven con él! Y ahora entiendo por qué algunos ven en mí trazos de su Alma y de su más oculta manera de pensar, sentir y vivir! Y eso a veces asusta… y preferimos huir de nuestra propia realidad y del Alma! Pero ahí está, en nuestro interior, aunque no la queramos ver! En ese sentido, supongo que no vale la pena reflexionar sobre el concepto que demasiados tienen sobre el gato, como “inquietante, traidor y escurridizo“. Solo habría que preguntarse ¿no será que el Alma para muchos es lamentablemente así, como ven a un gato?

No voy a justificar la manera de actuar de un gato! Él no daría tales explicaciones, sin duda! Un gato hace las cosas porque sí, sin esperar nada a cambio! Solo responde a su Alma, como yo hago! Y mi Alma habla de ser cariñoso y amar, lo que sin duda me invita a dar afecto a los demás cuando así lo requieren o a dejarlo todo por vivir el amor cada día o, en el extremo, hasta morir por amor, tan solo porque esta vida no es nada sin él; también me habla de discreción, porque actúo desde dentro y sin grandes aspavientos ni en busca del reconocimiento ajeno; y me habla de sensibilidad hacia mí y mis emociones internas, así como las de los demás; y mi Alma también me exige ser autosuficiente y rebelde, porque empiezo a aprender a liderar mi propia vida, a decidir lo que quiero o no en ella, le guste a quien le guste o, aunque para ello, deba cambiar lo que hay a mi alrededor!

Bueno, aquí te traigo el texto ajeno que he mencionado antes (capturado en el Blog del Joan http://blocjoanpi.blogspot.com.es), de Gaspar Hernández, un periodista especialista en temas de crecimiento personal y autoyuda. Espero te guste el símil del gato y extrae tus propias conclusiones…

EL GATO Y LA CRISIS. Gaspar Hernàndez. El Periódico de Catalunya

He perdido el respeto a la prima de riesgo. Quizá porque ya no me importa o porque, entre otras cosas, nunca la he entendido. Muchos lectores recordaran que el actor inglés Hugh Grant fue detenido hace unos años por la polícia de Los Ángeles cuando una noche estaba en su coche, en compañía de una prostituta, ensayando vete a saber qué papel. Como dice el escritor Simon Leys en su libro La felicidad de los pececillos (Acantilado), para el común de los mortales, semejante desventura seria simplemente incómoda, pero, para un actor tan célebre, habría podido tener consecuencias catastróficas: toda su carrera en Hollywood pareció por un momento a punto de zozobrar. En medio de tal marasmo, fue entrevistado por un periodista, que le hizo lo que Seys califica de una pregunta muy… estadounidense: «Va ahora usted a un psicoterapeuta?». «No», respondió Grant. «En Inglaterra leemos novelas». En efecto, las novelas pueden ser una gran herramienta de autoconocimiento. En mi caso, la mejor herramienta. La otra son los gatos.Un gato es un espejo. No de su amo, porque no tienen amo, a diferencia de los perros. Un espejo, digamos, de la persona con quien conviven. Según Joél Dehasse, veterinario y psicólogo conductista de Bruselas, «el animal de compañía es nuestro espejo. A menudo -añade-, el rasgo de carácter que el propietario no soporta en su animal es lo que no soporta en sí mismo». Así pues, en vez de ir al psicólogo me he fijado en mi gato. ¿Qué es lo que no soporto de él? Bueno, no soportar suena a demasiado grave. Lo cambiaría por un «no me gusta». No me gusta que sea testarudo. Según Dehasse, esto es lo que no me gusta de mí. Tiene toda la razón, Dehasse. El gato como espejo. Tampoco me gusta que esté comiendo a todas horas. Debe ser porque yo también voy a la nevera a menudo. Mi gato, por cierto, no es vegetariano; tampoco me gusta. Pero, sobre todo, no me gusta su manía de menospreciar a los protagonistas de la actualidad. Igual que hacía el gato que Guillermo Cabrera Infante tenía en Londres, Offenbach, un gato sumamente afectado y «consciente de la tremenda impresión que producía su primera aparición». Lovi una vez;tuve el privilegio de tomar el té con el escritor y su mujer, Miriam Gómez. Tal y como escribió, el gato caminaba poniendo una pata delantera delante de la otra para parecerse a Marlene Dietrich en sus mejores tiempos, mientras la parte trasera de su cuerpo se movía con el ritmo de un púgil o de un cowboy de cine. El caso es que el gato de Cabrera Infante se sentaba precisamente sobre la noticia del periódico que él estaba leyendo. «Cómo consigue tal precisión», escribió el autor cubano, «es uno de sus misterios». A mí me sucede lo mismo. Estoy intentando comprender la actualidad, leyendo una noticia sobre la prima de riesgo, y va y mi gato se sienta encima de la hoja del periódico que trata de la prima de riesgo; y no me entero de nada. Qué falta de respeto. ¿Será que yo también le he perdido el respeto a la prima de riesgo? Me lo diría un psicólogo, pero por suerte ya tengo al gato. Será que si, que ya no me importa la prima de riesgo, entre otras cosas, porque nunca la he entendido; no sé qué es. Igual que no sé quién nos ha robado, ni quién se está enriqueciendo con esta enorme estafa a la cual llamamos crisis. Que, en el fondo, no es una crisis, sino el fin de una época.Lástima que el gato no me lo explique. Él sólo se sienta encima de la actualidad. Cierra los ojos. No soporto que, en vez de indignarse, cierre los ojos ante tanto desalmado y sólo le preocupe su dosis de caricias.
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