Adaptado de un escrito encontrado en la web
Cuando Dios estaba ocupado en crear las madres, llevaba trabajando horas extraordinarias. En esas llega un Ángel, y le dice:
–Señor. Te afanas demasiado.
¿Por qué pasas tanto tiempo con esta obra…?
Descansa por hoy que mañana continuas.
–Me gustaría, pero no puedo hacerlo. Estoy tan cerca de terminar esta creación por lo que está muy cerca de mi corazón, Contestó Dios.
–Acaso no has visto las especificaciones del pedido?. Míralo con detenimiento y verás que no es un encargo cualquiera.
Tiene que ser completamente lavable, pero no plástica. Tener 200 partes móviles, todas reemplazables, que funcionan con café y restos de comida.
Tener un regazo en el que caben dos niños al mismo tiempo pero que desaparece cuando se incorpora.
Tener un beso que puede curar cualquier cosa, desde una rodilla raspada hasta un corazón roto.
Tener seis pares de manos.
– seis pares de manos…? Preguntó el Ángel confundido. ¡Eso no es posible!
–No son las manos lo que me preocupan, son los tres pares de ojos.
–¿Pero eso no es un modelo normal, inquirió el Ángel.
–Si lo es, respondió Dios.
Uno para ver a través de la puerta siempre que pregunte:
¿Niños, que están haciendo ahí dentro? aunque ya lo sepa muy bien. Otro tras la cabeza para ver lo que más valdría ignorar pero precisa saber, y desde luego, los de adelante, para mirar un niño en apuros y decirle sin pronunciar siquiera una palabra: ¡ya entiendo hijo, te quiero mucho!.
Tiene que ser una mujer que se cure a si misma cuando esté enferma y pueda alimentar a una familia de seis personas con una libra de arroz y un pedazo de hueso cuando escasean los alimentos.
Que pueda persuadir a un nene de 9 años y se quede quieto bajo la ducha.
Tener las suficiente fuerza para desvelarse hasta el amanecer esperando al hijo descarriado para abrirle la puerta y con el corazón destrozado perdonarlo con un beso en la frente, diciéndole… ¿dónde estabas mi amor, no te pasó nada?.