Revista Literatura

Un mundo de miedo

Publicado el 19 septiembre 2011 por Migueldeluis

Nuestras creencias nos describen el mundo. Incluso, criamos el mundo que creemos. Si sabemos que el mundo es cambio, nosotros somos agentes de ese cambio. Para bien o para mal, con mayor o menor impacto, por acción u omisión, tú mueves el mundo… hasta la frontera de tus miedos.

Esto incluye a las personas

El mundo es algo más que un sitio donde ser. Es también, y sobre todo, el sustento de la relación entre el ser y el otro que ser. Es donde yo y tú se relacionan.

Y mirad, si estoy mezclando, Levinás, Buber y Heidegger, me disculpáis. Lo pongo ahora como un cuento.

Había una vez dos monarcas que vivían en el mismo palacio: la reina azul y el rey rojo. La reina azul sólo podía recibir a sus amigos en la sala azul; y el rey rojo en la sala roja. Por esto no podían ser amigos.

Algo así pasa cuando construimos el mundo a la medida de nuestros miedos. Está en nuestra naturaleza tener miedo, y parte de ese miedo es la xenofobia, o mejor la diferente-fobia. Y ese miedo a la diferencia viene de la necesidad de sobrevivir. Podemos negarlo, después de todo, no somos nazis, pero los nazis persuadieron a personas cultas e incultas, amables y criminales, nobles y pícaros, y a niños dispuestos a morir por su patria aprovechándose de ese miedo.

Ante este miedo sólo vale la valentía. El “yo” sólo puede aprender del “tú”. La relación de amor que debemos tener con otra persona cualquiera sólo puede ser plena si es religiosa.

No, no me he vuelto tarumba, me explico: Cualquier místico os dirá que a Dios no se le puede meter en nuestras ideas. ¿Verdad?

La gran aportación de la filosofía judía es comprender que tampoco podemos encerrar a una persona en nuestras ideas. Mucho menos en nuestros miedos. Debemos dejar que esa persona se muestre a nosotros, se revele y entender que nunca la encerraremos en un corralito de pensa-mientos y senti-mientos.

No nos queda otra que arriesgarnos, que dejar hacernos al otro, que cambiar

Los súbditos del reino, muy preocupados por sus regidores, pintaron a rayas ambas salas. La sala roja, con rayas azules; la sala azul con rayas rojas. Los reyes, espantados corrieron de habitación en habitación, hasta que, de pura suerte, se encontraron y ambos se llenaron de colores.

Tú no tienes súbditos, te toca.

Comparte


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas