Un niño me pregunta, entre suspiros,
el precio de una linda mariposa;
le miro y no me vienen las palabras,
y siento su mirada seductora.
Me mira con sus ojos soñadores,
azules y carentes de las sombras,
tan solo con legañas infantiles,
que esperan impacientes unas notas.
Más solo le contesta mi silencio,
la nota discordante con la forma,
al dulce escalofrío de su mano
que eleva los cometas tras las rocas.
Quisiera contestar certeramente,
decirle el fiel valor de tantas cosas,
hablarle de jardines encantados,
de lirios y violetas en la ronda.
Sus labios infantiles son hermosos
y quieren la respuesta en esta hora,
desean desprenderse de esta duda
y acaso traspasar la niebla sorda.
Si acaso le diría que la vida
es algo que se vive y no se compra,
por eso nos inundan de colores
las lindas mariposas de la aurora.
Repican las campanas en la iglesia,
resuenan las resacas con voz ronca,
se aviva la marea en un instante
y vuelan a sus nidos las gaviotas.
Es una sensación, que yo quisiera,
narrar y contestar a esta persona,
al niño que me mira fijamente,
y al dueño de este alma tan hermosa.
"...Un niño me pregunta, entre suspiros,
el precio de la estampa de las olas;
le miro y le remiro lentamente
y luego me sonrío con sus bromas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
26/03/14