Parece que el inicio de curso va comenzando. Unos antes y otros después, dependiendo del nivel de dificultad al que este septiembre se enfrenten, nuestros estudiantes han vuelto a retomar las mochilas y las carpetas de empapelar mitos y guardar secretos, y andan revueltos comprobando listas y asimilando cambios.Creo que desde el punto de vista de madre este es el mejor momento del año. El curso empieza, la rutina se hace dueña de la casa y nos da un respiro, por fin, para ventilar cuartos y ordenar armarios. De momento el agobio de los deberes sin hacer y los temas sin estudiar no han tenido tiempo de venir a molestar desde un rincón donde los guardamos después de la tormenta de los últimos exámenes, y los vestigios relajantes del verano todavía nos tienen ocupadas las retinas con una luz brillante con la que nos hemos encargado de poner a punto el diodo emocional de nuestras pilas.Tengo que confesar que algunas veces echo de menos aquella sensación de empezar otra etapa y recuerdo con nostalgia los olores a plástico de forrar y a madera de aula cerrada con la que nos recibían esos primeros días de curso, aquellos primeros tiempos de niña. Todo era nuevo, todo era tan igual y a la vez tan diferente que al mirar hacia atrás hay un tono de melancolía que envuelve aquel tiempo, como si miráramos hacia nuestro interior con el color de las cámaras de fotos antiguas, con el tono sepia de lo que ya no volverá pero que siempre será nuestro.Evidentemente con aquellos recuerdos llegan las personas, compañeros a los que ya no reconoceríamos si viéramos por la calle o amigos que lo siguen siendo y que han madurado a nuestra vez, tanto que ahora se alegran de volver a la rutina, como yo, tal vez para sentir esta vez en corazón ajeno aquella dulce sensación de regresar.Qué no daríamos ¿verdad? por tener como problema a un tutor muy exigente, a un compañero pesadito o un conserje protestón. Qué no haríamos, ahora que sabemos de verdad lo que es la vida, por volver a soñar con la excursión de fin de curso, por volver a recorrer aquel recreo y por sentir el corazón con su mirada.Espero que este nuevo curso de la vida que empieza nos traiga a todos los éxitos y la alegría que nos merecemos, esos que parecen que dejamos entre las tizas de pintar en la pizarra y los lápices de dibujar el futuro.Feliz curso nuevo y mucha suerte.