Miraba por la ventana de aquel viejo tren en el que viajaba hacia un futuro inesperado y un destino que quizá, elegiría yo misma. Me venía bien porque me alejaba de un marido maltratador físico y psicológico que no quería otra cosa que a alguien que le sirviera las veinticuatro horas del día y a alguien a quién abusar socarronamente. Decidí escaparme de él y anoche fue el momento en el que tuve el valor de hacerlo, el instante en el que supe después de la última paliza que, esa sería la última vez que nos veríamos. He cogido este tren que no tengo ni idea de hacia dónde se dirige para tener una sola posibilidad de alejarme de toda esa maldad acontecida y la crueldad que salía de su interior.
Observo la lluvia caer, justo como lo hacían mis lágrimas al recordar todo lo que sacrifiqué para vivir con semejante individuo. Mi familia y amigos dejaron de tener importancia, fueron dejados de lado por obligación, era eso o me llevaba un bofetón, así que, ahora mismo no me atrevería a mirarles a la cara ni por un solo instante. Voy a un lugar donde no conozca a nadie, lejos de todo para tener tiempo de conocerme a mí misma, de empezar a saber qué hay en mi interior por primera vez, algo que me da verdadero terror, jamás he podido moverme con tal libertad y es algo que me aterra permitirme.
El ruido que producía el tren me tranquilizaba, me daba una sensación de libertad, que me estaba alejando de aquella oscuridad que se cernía sobre mí cada día, provocándome tristeza, dolor y sufrimiento, algo que no le hubiese gustado pasar a nadie. Mis esperanzas se esfumaron, no veía una salida posible, hasta que, al otro lado de nuestra casa pude vislumbrar las vías del tren, esa fue la pequeña y diminuta esperanza que todavía permanecía para encontrar la forma de sobrevivir a tal atropello. Jack siempre había sido un hombre encantador, apasionado, fuerte y muy centrado, sabía lo que quería pero también sabía manipular, doblegar a los demás, ser un celoso y un controlador absoluto, provocar en los demás la necesidad de servirle con tan solo una mirada de fiereza, sus ojos eran totalmente negros y penetrantes, me daba escalofríos cada vez que me miraba fijamente. Cuando le conocí, era el hombre perfecto, tenía un don de gentes espectacular, sabía cómo convencer, cómo llegar al otro con palabras mientras gesticulaba con soltura y seguridad de sí mismo, era como si lo hubiese repetido miles de veces... así es como caí en esas redes cautivadoras de manipulación y derroche.
Todo fue perfecto al principio, por eso me costaba tanto alejarme... Durante un año fue el hombre que toda mujer soñaría, me traía el desayuno a la cama todas las mañanas, me preparaba la comida cada día, me llevaba a todas partes y me invitaba a cenar, al cine y a los sitios que yo quisiera, incluso me compraba la ropa que más me gustase aunque fuese mucho más cara de lo que a él le hubiese gustado. Fue empeorando cuando empezaron a estorbarle, cuando mi madre empezó a ver quién era en realidad, también era encantador con ella pero lo vio venir en cuanto cruzó la puerta, sus palabras fueron: "Es todo falsedad, no te fíes de él". Los comentarios cada vez fueron más constantes, mi familia quería que me diese cuenta de cómo era pero yo quería cerrar los ojos y sentir que estaba con la persona perfecta para mí. Pero Jack empezó a notar esa hostilidad que manifestaban hacia él y decidió eliminarlos de mi vida uno a uno, empezó a tirar porquería de unos y de otros, así consiguió separar a la familia porque dejamos de soportarnos. Además, alejó a mis amigos enviándoles mensajes desde mi móvil diciéndoles cosas como que ya no les consideraba mis amigos, que iba a irme de viaje durante un tiempo e iba a estar totalmente desconectada o que esperaba no volver a verles por alguna cosa que se habría inventado para fingir que estaba enfadada con ellos; vino con un móvil nuevo de última generación con el único número de teléfono al que podía llamar: al de él. No me sabía los demás números de mi agenda, además mi madre cambió de número de teléfono y tampoco podía localizarla. Empezó a ponerme excusas para que no saliese de casa, hasta tal punto de obligarme a permanecer en ella siempre... me volvía loca, me encerraba como a un perro y no dejaba ni una sola ventana abierta, de hecho, puso barrotes en todas ellas después de haber intentado escaparme una vez.
Me sentía cansada, destrozada... a pesar de estar de camino a mi nueva vida. No he sentido el cálido abrazo del cariño desde hace años, no he mantenido una sola conversación larga y adulta desde que tengo memoria y, mucho menos, me siento bien conmigo misma. La confianza se había alejado tanto que ya no sabía si volvería a recuperarla algún día, el miedo permanecía en mi interior para recordarme de dónde venía y mi culpabilidad todavía me hacía sentir inútil. Miraba a todas partes, a mi alrededor, todavía tenía los nervios erizados, llevaba mucho tiempo controlando mis instintos y evitando ser yo misma para no recibir una paliza. Dentro de mí, sabía que estaba a kilómetros de distancia de Jack y que sería imposible que se hubiese enterado todavía de mi marcha, así que, no podría ser que él... De repente, salté de la silla al mirar al lado izquierdo de mi asiento, a la persona que estaba sentada justo a mi lado:
- ¿A dónde te creías que ibas, querida? - aquella sonrisa diabólica hizo que un escalofrío recorriese mi espalda de arriba a abajo. Empecé a temblar, incluso mis labios lo hacían, ni siquiera podía hablar, me tenía totalmente cautiva entre sus palabras, con el recuerdo de lo mal que lo había pasado junto a él - Responde, te he preguntado a ti.
- A... a ningún sitio, se... señor - mis dientes blanquecinos castañeaban a causa del pánico que recorría mi cuerpo al ver a Jack a mi lado. Estaba sorprendida, ¿cómo había llegado hasta allí? - ¿Cómo has...?
- ¿Pensabas que no me daría cuenta de que saldrías pitando en cualquier momento? Estaba preparado para esto, ¿por qué crees que no te he encerrado en el sótano? ¿Porque confiaba en mi mujer? Ah no no... - los sonidos de su boca al negar lo anterior, me producían jaquecas, lo había llegado a hacer tantas veces que dejé de soportarlo - Recoge tus cosas, en la siguiente parada, nos bajamos - me dijo, con voz tajante y seguro de que iría con él -.
- No voy a irme... contigo - estaba preparada para lo que fuese a venir después de no sucumbir más ni a sus encantos ni a sus peticiones, de hecho, hizo lo que me esperaba - Lo siento.
- ¡¿Quién te has creído que eres?! - todo el mundo se giraba anonadado, Jack estaba gritando demasiado, incluso los revisores del tren se acercaron al vagón donde me encontraba para saber qué estaba pasando - ¡No puedes abandonarme así, no puedes!
- En realidad, ya lo he hecho - le respondí, tajante. No quería que me manipulase más y pagué el precio de mi respuesta en un instante -.
En cuanto cogió mi cabeza y la estampó contra el cristal del tren, abrí los ojos de repente. Me había dormido por completo, había tenido una pesadilla, tan solo había sido eso, una pesadilla... No me di cuenta hasta ese momento en el que mi cuerpo temblaba justo como lo hacía cuando estaba cerca de Jack, que me castañeaban los dientes, sentía hormigueos por todo el cuerpo y no podía respirar, era una sensación de pánico horrible. ¿Iba a seguirme en cada sueño? ¿Iba a verle en cada esquina estuviera donde estuviese? ¿Iba a tenerle presente cada día en mi mente? ¿Nunca podría librarme de él y de esa sonrisa maliciosa?
Los árboles pasaban por mi lado a toda velocidad, dejó de llover y la última parada estaba muy cerca, hacía mucho frío y pude vislumbrar el nombre del lugar donde desarrollar mi nuevo futuro, el lugar donde me daría absoluto terror permanecer... estaba en Arizona. Dejo atrás el pasado, los momentos de desolación, la sensación de inutilidad, el cansancio y al peor error de mi vida. ¿Era posible?