Esta vez no os escribo desde esa mesa vieja delante de una ventana por la que sólo se ven hojas y ramas. Mi ubicación actual tampoco está a unas paradas de metro del Coliseo, ni oigo hablar en italiano cuando pongo la radio. Y aunque una taza de té humea al lado del ordenador, no hay ningún bizcocho en el horno que llene la casa con su aroma, ni magdalenas esperando para la merienda.
Hoy os escribo desde las húmedas costas gallegas. Si me asomase por la ventana casi podría oler el mar y las gotas de lluvia me mojarían la nariz. Hace exactamente un mes volví a cargar con la maleta hasta el aeropuerto de Fiumicino sabiendo que ésta iba a ser la estancia más larga que pasaría fuera de la casa romana. Pero no os preocupéis, nada malo ha sucedido, y mi romano se reunirá conmigo en unos días.¿Qué es lo que nos ha hecho alejarnos del
Probablemente sólo sean unos meses y vea irse el invierno desde aquella mesa vieja delante de una ventana. Probablemente lo mejor es no esperar nada ni echar cuentas con el dinero o con el tiempo. Probablemente estos meses me dedique a disfrutar de familia y amigos, a dar muchos abrazos y algún paseo en bici, a gastarme parte de mi sueldo en desayunos. Y a dejarme caer por aquí de vez en cuando.
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