Revista Diario

Un país sin estatuas

Publicado el 07 marzo 2013 por Frankh @frankh_art
Un país sin estatuasA veces que pregunto si existe un mecanismo (desconocido aún) que trasmite información desde la palabra al ADN. Parece haberlo.
Existe esa tendencia general de la gente a crear mitos: historias oníricas - más o menos alejadas de la realidad y de los hechos comprobables - que son transmitidas de manera pública, de generación en generación, para ser creídas, alabadas y adoradas de manera ciega.

Que esto suceda en las religiones y entre sus fieles es razonable. Pero veo que esto sucede, una y otra vez, en el mundo político. Líderes - especialmente después de muertos - son elevados a semidioses por una activa propaganda del propio movimiento político y por el insaciable hambre de leyendas que la gente padece. 

En esta vorágine sentimental, el líder pierde todo vestigio humano para pasar a convertirse en un ser extraordinario, casi sobrenatural, extremadamente sabio, cuyas palabras, discursos y quehaceres deben ser escritos, aprendidos y venerados ahora y por las próximas generaciones.

Y viene entonces -  en ayuda de los creadores de leyendas - el arte pervertido, el arte al servicio de una agenda política, el arte esclavo de la ideología y de la adoración personal. Aparecen los versos en adoración del líder, las canciones que lo recuerdan, los murales que lo endiosan publicamente, los retratos, los eulogios anti-históricos... la maquinaria que crea leyendas en plena marcha.Y la gente - feliz, llorosa, consternada - se agrupa alrededor de esta maquinaria y le entrega combustible espiritual, muchas veces monetario, muchas veces vivencial, de todo corazón.Sin criterio, sin lógica, sin la mìnima capacidad de raciocinio propio.En Chile tuvimos un laureado poeta que escribió odas a Stalin en los mismos años en que las políticas poblacionales de Stalin mataban a cinco millones de campesinos en Rusia.En Cuba, un reconocido cantautor compone canciones de admiración por un tirano que se mantiene en el poder - a punta de rifle - por más de sesenta años.También en Chile, la leyenda de un militar salvador de la patria, junta a miles en misas y actos recordatorios de todo tipo, sin miramientos por sus 17 años de dictadura, ni por los abusos cometidos...Todo esto acompañado de mucha estatua, de mucho pedestal que coloca al líder en lo alto, junto a imaginarios ángeles, para que la gente lo mire hacia arriba... ya no más como un ser humano común y corriente, con aciertos, errores, dudas y temores.

Y esto me hace regresar al comienzo del texto sobre un supuesto mecanismo que conecte la palabra con el ADN. Porque hay un grupo de personas que no cae en este juego de convertir hombres en semidioses. Que no cae en este juego porque en algún momento de la historia la palabra - 'No tendrás otros dioses aparte de mí' - se internó en el ADN de esta gente. Y esta gente ya no transforma personas en seres sobrenaturales valederos de adoración.

Vaya usted a Israel y recórralo en norte a sur, de este a oeste, y no hallará ni una sola estatua. Creo - aunque no puedo estar totalmente seguro - que es el único país del mundo sin ellas.
La información de la palabra se ha internado en el ADN intelectual. No sé cómo.

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