Mientras paseaba bajo la lluvia de vuelta a casa esta mañana al salir del insti, no pude evitar ponerme a pensar. A pensar en cuánto ha cambiado mi vida desde aquél sábado 12 de Febrero de 2011, el día en que nos conocimos. Lo primero que pensé al verte no fue precisamente que fueras el chico de mis sueños, si no todo lo contrario. Sin embargo, esa noche acabé con una idea radicalmente distinta. Aquella cena, el paseo en tu vespa plateada por las frías y oscuras calles de Sevilla, esas ganas que tenía de besarte que no llegaba a entender. Al día siguiente, por alguna extraña razón no podía dejar de pensar en ti. Ilusa de mí que no era consciente de lo que estaba por venir. Pasamos toda la semana yendo juntos a la biblioteca a estudiar (y eso que vivías bastante lejos... ), mandándonos sms's sin parar, charlando por chat cada tarde... El viernes de esa misma semana se nos antojó ir al parque. Sin venir a cuento, ni corto ni perezoso me besaste. Yo tan solo me dejé llevar por el momento. Fines de semana junto a ti, sin más pasatiempo que tu compañía. Esas ganas de gritar "TE AMO" en plena SE-30 cuando me llevabas en moto a casa.
Pasaron los meses, tu madre falleció, y tu empezaste a cambiar. Yo no quería darme cuenta de que seguías pensando en ella, en tu ex. Sabía perfectamente que seguías colado por ella, pero yo prefería permanecer ajena a todo eso. Y así permanecí hasta que todo lo ocurrido en escasos meses me explotó en la cara. Yo te apoyé, te ayudé, te presté mi hombro, di TODO por ti y tu, a cambio, jugaste conmigo. Tan solo sabías darme excusas, excusas tontas por cierto. Cobarde de ti, ilusa de mí que caí en tu juego.
Yo prefiero quedarme con la parte positiva de todo esto, si saliste de mi vida, fue porque algo MUCHÍSIMO mejor estaba por llegar. Y vaya si llegó...