un paseo por la Venecia de Manuzio

Publicado el 21 junio 2013 por Maslama


Aldo Manuzio es un producto cultural totalmente coherente con su ciudad adoptiva, Venecia, que en aquellos años era una formidable potencia artística. Veamos algunas muestras. Mientras Aldo frecuenta el taller de Andrea Torresani (asociado a la viuda del gran Nicolas Jenson, un francés absolutamente magistral en la historia de la imprenta, activo en Venecia de 1470 a 1482 y a quien Manuzio por poco no llegó a conocer), con el propósito de conocer las reglas fundamentales del oficio tipográfico, Pietro y Tullio Lombardo construyen por su parte la fantástica iglesia de Santa Maria dei Miracoli (1481 a 1489), considerada una de las joyas más valiosas de la arquitectura religiosa renacentista, alternando tan excelsa labor con la reconstrucción del Palazzo Ducale, que había destruido parcialmente el fuego pocos años antes.

mientras tanto, Giovanni Bellini pinta algunas de sus obras maestras, como por ejemplo la Sacra Conversazione (1490) que se conserva en la Galleria dell’Accademia, diestramente pintada con la revolucionaria técnica al óleo que acababa de enseñar a sus paisanos Antonello da Messina. Según Vasari, «la dulzura de la luz baña una composición rigurosa» y, ciertamente, es una de las piezas más solemnes de la producción de Bellini, junto a la versión del mismo tema en forma de tríptico que preside, todavía hoy, el complejo religioso que se inauguró en 1492 en Santa Maria Gloriosa dei Frari, verdadero panteón de las glorias de Venecia.


esos años en que Manuzio lucha para poner a punto su imprenta son, también, los de la eclosión definitiva de otro gran artista: Vittore Carpaccio. Precisamente de 1490 a 1496 pinta un ciclo impresionante e insólito en la producción de la época: nueve lienzos monumentales, dedicados a relatar la leyenda de santa Úrsula de una forma que se ha convertido con los años en arquetipo de la escuela veneciana.


el mismo año en que Aldo saca los primeros libros al mercado ―en 1496―, Alessandro Leopardi concluye el pedestal de la famosa estatua ecuestre del Condottiere Colleoni que había dejado incompleta Andrea Verrocchio veinte años antes y que desde entonces se considera pieza emblemática de la ciudad de los canales. Al mismo tiempo, Mauro Codussi levanta la espectacular torre del reloj en la renovada plaza de San Marcos y Giovanni Candi construye la célebre escalera de caracol del palacio Contarini del Bovolo.



poco después de que Manuzio fundara la Academia Aldina y luego de acometer definitivamente la insólita colección de bolsillo de clásicos grecolatinos, Carpaccio realizó la segunda obra maestra del colosal artista veneciano: las famosas escenas de la vida de san Jorge y san Jerónimo (1502-1507) que pueden verse todavía en la diminuta escuela de San Giorgio degli Schiavoni.

en fin, también entonces se construye la Scuola Grande di San Rocco, la más grande y rica de Venecia que contará ―sesenta años más tarde― con las cincuenta y seis célebres pinturas de Tintoretto, actualmente consideradas como una de las manifestaciones magistrales del manierismo veneciano. Estos años será, por cierto, los del máximo esplendor de la arquitectura del genial Andrea Palladio, que engalanó la ciudad de los canales con los inconmensurables y sucesivos templos de San Giorgio Maggiore, Le Zitelle e Il Redentore.




y como sería descortés irse sin saludar al anfitrión, finalizamos el paseo con una visita a la casa de Manuzio. Está en Rio Terà Secondo, a pocos pasos de Campo Sant'Agostin. En una de las placas que hay en la fachada se reproduce la tipografía aldina.


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