Este tipo de publicidad no la puede hacer ninguna agencia, son sólo dos críos jugando a hacer una película. Y de eso precisamente va todo. Nerf — el fabricante — se ha topado con la suerte inmensa de que se ha puesto de moda entre sus usuarios colgar vídeos en Internet de ellos usando sus armas de juguete. Encima, existe la posibilidad, de que el fenómeno se vuelva viral. Es absolutamente genial, si se pudiera hacer en un estudio, no sé cuanto se pagaría por una cosa así.
Imaginad, tenéis once años y véis eso de ahí arriba. ¿Qué queréis hacer? Esto no es un anuncio, no se supone que te están mintiendo, los protagonistas podrían ser tus amigos, y tu podrías estar ahí, descargando munición de goma como un salvaje. Vamos, que me diga algún remilgado que eso no es divertido.
¿Por qué os digo esto? Por si alguna vez tenéis que vender algo, sea un libro, un blog o una empresa. Esto es lo que queréis, que vuestros clientes, por su propia voluntad, quieran contarle a sus iguales lo bueno que es vuestro producto. Como mínimo, no lo impidáis. Habría que ser tonto para obligar a estos dos a quitar el vídeo, pero me imagino a más de una empresa española que sería capaz.
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