Hoy en Secretos de Madrid quiero ampliar un poquito mi radio de acción y escaparme hasta un barrio que aunque estando en el centro de la ciudad y gozando de una ubicación inmejorable, no forma parte de ese cogollo histórico que, en mi opinión, constituye el verdadero corazón de Madrid. Hoy caminamos un poquito más y lo hacemos para adentramos en un distrito comercial y residencial caracterizado por un alto poder adquisitivo, el Barrio de Salamanca.
Reconozco que nunca he sido muy asiduo a esta zona, quizás porque ni sus tiendas están hechas para mí ni yo estoy hecho para ellas, tampoco es que sus calles me apasionen como lo pueden hacer sinuosas vías de Malasaña o las de La Latina. Es más, incluso me atrevería a etiquetarlas, sin que nadie se moleste, de ser ligeramente impersonales. De hecho, las veces que me he dejado caer por el barrio siempre he tenido que recurrir a algún mapa pues me desoriento y me termino perdiendo, ya que casi todas sus calles, menos Serrano y Ortega Gasset me parecen todas clónicas unas de otras. Supongo que será la falta de costumbre.
Pero dentro de este barrio, esbozado a base de paralelas perfectamente trazadas, podemos encontrar un elemento sugerente y misterioso, que siempre me roba una mirada. Visible desde casi cualquier punto de la extensa Calle Goya, haciendo esquina con Nuñez de Balboa, se levanta una impoluta torre blanca que no deja indiferente a nadie. Coronada con una imponente aguja encima de la cual vemos una imagen de la inmaculada, la Parroquia de la Concepción asoma a Goya su mejor cara y nos brinda uno de los perfiles más evocadores de la ciudad.
La torre, de 44 metros de altura, destaca en el contraste con los bloques de viviendas y oficinas con los que convive, un combate cuerpo a cuerpo en la que sale claramente victoriosa. Contemplada desde el exterior de su recinto, se trata de una iglesia que siempre me ha parecido imponente y elegante. Su color blanco, radiante, aún le ayuda más a destacar entre los edificios colindantes. Desde luego, si esta iglesia fuese una persona, no tengo duda de que sería una señora elegante y coqueta, una mujer soltera siempre bien arreglada que muchos trataron de conquistar sin éxito.
La iglesia, la más importante del Barrio de Salamanca, comenzó a construirse en 1902 y a su inauguración, doce años más tarde, acudió el monarca Alfonso XIII. El templo se levantó para dar cabida a más gente ya que el anterior, dedicado a la misma advocación, se había quedado ya pequeño. Su estilo neogótico perfectamente definido y su afilada torre le otorgan una de las personalidades más fuertes del barrio.