Ars poética
Él veía desde la lejanía las pompas. Las miraba
brotar del soplo anodino de los muchachos
habituados a la infalible precisión del invento.
Su soldada de militante niño no era suficiente.
Contemplaba triste en el aire la danza
de una perfección ajena. Así que tomó
el agua y el jabón, dobló el alambre y monóculo
lo introdujo en la esperanza. Inútil empeño.
Su soplo se perdía estéril. La informe materia se resistía
a plegarse en la ideal forma. Pasaban los días.
Aprendió a declinar la voluntad en todas sus variantes.
Ocurrió al fin. La burbuja creció súbita
del vacío. Temblorosa al principio, después plena
surcó el espacio reflejando en su cuerpo
la comprimida inmensidad de un mundo,
su rostro mirándolo atónito desde la transparencia.
No pudo resistir. Tuvo que tocarla.