Lírico, dulce y olvidado, este libro escrito por el premio Nobel de Literatura de 1956 se memoriza en algunas escuelas, pero se olvida en las casas, donde su recuerdo queda frecuentemente sepultado por grúfalos, Güini-Pus y siete tomos de "you are a wizzard, Harry".
Sobre su obra, el poeta dijo «Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se le ocurren». Así, esta obra, llena de sutil crítica social y descarada ternura, es apta para toda la familia.
¿Aún no sabes de qué hablo? Una pista...
Autor de la imagen: L. Lemos.
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Platero y yo, de Juan Ramón Jimenez se puede disfrutar gratis aquí.