Revista Diario

Un relato nada peliculero

Publicado el 27 septiembre 2010 por Nmartincantero

¿Cómo se las apaña uno para seguir adelante tras haber presenciado escenas como esta en los rincones más conflictivos del planeta?

Un relato nada peliculero
Imagen de la portada de Apocalipsis, de Álvaro Ybarra Zabala.

Yo, que pierdo horas de sueño cuando la protagonista de la novela que estoy leyendo describe la llegada del féretro donde reposan los restos de su hermano adolescente, muerto en Afganistán (y se mete dentro, todo hay que decirlo, hasta que no soporta más el olor), no lo concibo. Claro que yo no me he largado a Ruanda con 19 años, como hizo el fotógrafo Álvaro Ybarra. Y, además, como se me ha acusado recientemente, siento cierta debilidad por los relatos peliculeros.

El otro día tuve ocasión de conocerle y aproveché para hacerle la pregunta que planteo ahí arriba. En esos lugares, vino a responder, te encuentras con lo peor, pero también con lo mejor del ser humano.

¿Es suficiente?

Pero qué absurdo andarse con retóricas cuando él se juega el pellejo para ser testigo del horror que los seres humanos somos capaces de infringirnos unos a otros en Afganistán, Birmania, Colombia, Darfur o Irak.

El autor del prólogo de Apocalipsis explica que Ybarra aspira a conmover a un público que se ha vuelto, si no inmune, sí aislado y protegido por la avalancha constante de belleza y glamour manufacturados por parte de los medios de comunicación, que actúan como una barrera a la realidad. Y se pregunta: ¿hay todavía espacio para estimular la conciencia? Ybarra piensa que sí. Y, cuando habla de sus sujetos, esto es lo que quiere: que no nos olvidemos de ellos. Esa es su motivación.

“Mi compromiso absoluto ha sido mostrar esa realidad que tan lejos queda de nuestro mundo y que, sin embargo, es parte sustancial de él”, dice.

“Nuestros actos son el legado que dejamos a generaciones futuras. La historia demuestra que el ser humano es capaz de una crueldad inconcebible pero también de una nobleza que apenas podemos sospechar. La elección continúa en nuestras manos”.

Viene a decir lo mismo que el anterior, pero nadie se atreverá a decir que este es un relato peliculero.


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