Un rojo San Valentín ideal para hacer dieta!!!

Los amigos decidimos celebrar San Valentín.

Y le tocó poner la casa y las viandas a uno que se las da de “manitas” en la cocina. Siempre nos hace unos cocidos con todo su “conocimiento”… Y si es el potaje de cuaresma… entonces con su romanza y hasta verdolagas… ¡Gloria bendita!
Por supuesto todos estábamos relamiéndonos sólo de pensarlo, porque además, nos decía que nos iba a sorprender y, se frotaba las manos en señal de vais a asistir al mejor banquete de todos los tiempos, más o menos como si fuese el banquete de algún ilustre romano en el que tuvo que comer acostado (¡¡¡o era siempre así!!!). Bueno, pues repetía y repetía… que había recibido unas clasecitas de La Gestión de no sé qué cuando fue a Madrid Fusión.
Pues esta mañana, hemos llegado a su casa, yo con traje rojo y sin comer varios días. Y cuando entramos al salón… ¡Me escamé! No había ni rastro de los muebles de siempre… Le dije a mi marido ¿Qué te apuestas a que nos saca a la terraza con el fresqui que hace? Como siempre, no sé si se enteró o no se enteró… ¡Creo que mi voz lo adormece! Miro y estaba mi amiga María entrando de la terraza y con estas palabras me recibe… ¡Hija, mejor una toquita! Ya estamos… ¿Madrid fusión es en la terraza, no? ¡Sí hija, y cuidado que se te vuela la falda!
El cocinero de legumbres serranas, según la receta de su abuela, nos llamaba desde la terraza, espléndidamente decorada al estilo chillou, con una gran mesa al fondo llena de platos, vasos y toda clase de útiles, unos candelabros (¡La madre que lo parió que satisfecha se quedó!) todo en tono rojo… Y entre beso y beso y saludo y saludo, me espetó mirando mis labios rojos pasión… ¡Mira, MariCari, si vienes a juego con San Valentín, de rojo vestido y labios carmesí, como mi terraza y mobiliario! Por favor, claramente se veía su poca clase, las sillas eran las de la intemperie de siempre, por mucho que las hubiese lanzado encima un cojín rojo de corazón en el que se podía leer “Te quiero pichurri” ¡Hasta con la boca cerrada va dando pistas…!
Miré guiñando el ojo a María  (que todo lo que llevaba en honor de San Valentín era un maxibolso rojo) y me devolvió otro guiño, donde yo leí claramente… ¡Anda mujer de rojo, aprieta las nalgas que esto no se ha acabado! (Una aclaración necesaria, mi amiga María y yo, hemos desarrollado últimamente, la capacidad de tener un “Diálogo de mujeres” sin decir palabra, y nos decimos con solo un gesto, lo que muchos periódicos  necesitarían un año de tirada incluida la sección de deportes. Pero por favor, hablamos de un periódico decente, o sea,  sin la sección de contactos. Porque si la lleva, necesitarían 3 años, ya que es donde más patina el dedo masculino  y no pasa la hoja,… no sé qué pasa que no les pasa) ((2ª cacofonía para Tony ;-))
Menos mal que llevé un vino, pero lo tenía que haber llevado puesto, porque era caro, y cara la que tuvo el anfitrión por no abrirlo. ¡Esto no se debe hacer nunca, lo que llevan los comensales, lo comen esos comensales, antes del adiós que ya sales! ((Otra cacofonía, je, je).  Dije aurrevoir a mi sangre de toro y me bebí de dos sorbos un caldo mediocre sin etiqueta, seguro que era regalo de alguna empresa, que éste sabe mucho. 
Había encima de la mesa fuentes y fuentes, enormes las fuentes y sí, se veía algo de comida en ellas, pero con menos fuentes habríamos pasado…  Sentí en mi oído un graznido del dueño de aquella abundancia en este tenor… ¡Señoras y Señores sírvanse lo que gusten, están en su San Valentín!
Voy a hacer recuento de calorías, porque no sé si me pasé…

2 copas de vino peleón… pocas calorías; más 2 aceitunas sin hueso… sin calorías; más 3 palitos envueltos en york con 3 rodajas de kiwi y 3 trozos de la misma uva… menos muchas calorías;

más 3 hojas de canónigo para las que me sobraba el cuchillo y el tenedor... esto sincalórico si existe la palabreja; 

más 3 panecillos con una lonchita de queso de cabra con un triangulito de melocotón… por fin alguna caloría; 

más un vasito de zumo de tomate con unas rodajitas de nabos y un perifollo verde… cero calorías; 

más como plato caliente puso una cucharita de sopa azul a lo Briget Jones… el tío calórico; 

y de postre dos rodajas de naranjas… contadas y requetecontadas.
¡Mi marido echaba leches por un colmillo! María y yo nos miramos y danzamos pasillo adelante al baño, tocador de señoras por ese día. Entramos y cerramos la puerta, abriendo su maxibolso, mientras me decía con una mirada… ¡Soy buena y vale, pero no me gustó que me dijeras eso de cómo es posible que traiga esta maleta roja! A lo que yo le contesté con otra mirada… ¡Nena, pero si es una monada! Y en su mano aparecieron unas barritas energéticas.
¡Mecachis con la cocina de Fusión! Nos dijimos las dos con la vista, mientras devorábamos las chocolatinas.
P.D.: "Creo que no voy a necesitar durante toda la semana el yogurt del José Coronado. Seguro que me caducan."


{¡B U E N___S A N ____ V A L E N T I N!}