Sonidos efímeros, etéreos y omnipresentes como relámpagos en lontananza. Cadencias de sombras entre sombras que agigantan el fragor de hojarasca en mis pensamientos: desarraigados del contenido latiendo con prisa endiablada por proyectarse en alguna acción, descabellada o no. Luces, luces y sombras. Sonido, sonidos y silencio, silencio y nada más que el incontenible transitar de líquido por venas y bulbo cefalorraquídeo. Placer en la contemplación interior sin más compromiso que ser el sostén de la vigilia incontenible que pulula por los techos y avenidas -relucientes de lluvia y luna- solitarias, de mi pueblo natal, y la calle que nunca más transitaré.
Volutas de recuerdo viborean en rededor, tratando de asentarse y materializar el contenido ignorado que les trajo hasta este día y hora.
Adamo cantando "Era una linda flor" desde un rayado...