Un sueño

Publicado el 19 febrero 2010 por Mqdlv
Estoy en un pueblo conocido pero ajeno y la siesta -después de un baño de río- le ganó la pulseada a la escritura. Alguna intuición me dijo que no me recostara, pero esa no es la clase de intuición a la que le presto atención. Así fue que, después de debatirme entre las páginas de un libro, decidí cerrar los ojos y echarme a dormir. Me encontré con un sueño en el que un hombre se miraba al espejo y la imagen volvía en forma de caballo, siniestro; después, como una ardilla gatuna y, más tarde, como un sapo volador. El sapo: un genio. En sus palabras: la salvación. La ardilla era una molestia de esas que siempre están. Bueno, pobre de mi padre, le puse cola peluda. Ahora, el caballo era muy inescrupuloso. Andaba de a dos patas conmigo montada y cuando finalmente se decidía a cabalgar, normal, me pedía con un brazo imaginario que lo acariciara y yo, suelta ante su pedido, estiraba mi mano hasta su cabeza y en ese momento él, muy maquiavélico, me tomaba del brazo, con sus extremidades peludas, y me hacía caer por un pozo negro, oscuro, del que –por suerte- pude despertar. Mi intuición me pidió que le prestara atención al sueño. Me pidió, así como lo escribo. Y yo la verdad que todavía no sé qué hacer con él más que postearlo, tal cual lo recuerdo, porque da la casualidad que, justamente, el caballo es mi corcel favorito.