No hay manera de comprender las riquezas que Dios ha provisto para quienes aman a su Hijo. Los tesoros que ha preparado son infinitos. Jesús dijo: "El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo" (Mateo 13:44). El apóstol Pablo cita al profeta Isaías cuando dice: "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman" (1 Corintios 2:9).
La buena noticia es que, si amamos al Hijo de Dios, heredamos todas las riquezas del Padre. Si creemos en Cristo, tenemos un tesoro inimaginable.