Tengo pocos juegos en PlayStation 4 a pesar del enorme catálogo que hay disponible tanto en formato físico como digital tras casi cuatro años en el mercado. No tengo tampoco intención de que sean muchos más aunque ello dependerá por supuesto de lo que vaya saliendo. Sin embargo, como ya he comentado en alguna ocasión, cuando me compré la consola lo hice a sabiendas de poder jugar a ciertos títulos que habían llamado poderosamente mi atención. Uno de ellos fue "Hellblade: Senua's Sacrifice", completado hace unos días y del cual voy a hablaros para, como es habitual, transmitiros mis impresiones personales. Iniciemos juntos este descenso a los infiernos de la mente...
Para quien no lo conozca, "Hellblade" narra el viaje de una guerrera celta llamada Senua por el inframundo de Hel, en un intento de salvar el alma de su amante. Lo que hace especial a Senua es su aparente mal estado mental. Y digo aparente porque luego, al final, expondré mis razones para explicar porqué no veo del todo correcto que el tema se haya enfocado como lo ha hecho, pero eso será después porque primero hablaré del juego en sí y de lo que me ha parecido como tal.
"Hellblade: Senua's Sacrifice" es un juego en tercera persona cuya mecánica mezcla exploración, resolución de puzzles y combate de una manera, para mí, magistral. Si bien el juego es en sí lineal, existen ciertos recovecos que conviene mirar pues podemos encontrar viejas runas que nos darán la oportunidad de escuchar diferentes historias de la mitología vikinga. De hecho, hallarlas todas desbloqueará uno de los trofeos del juego, mostrando además una secuencia que no aparecerá si llegáis al final sin haberlo conseguido.
En cuanto a los puzzles, es cierto que pueden hacerse repetitivos ya que prácticamente todos consisten en hallar una forma determinada por el escenario, que solo será visible si nos situamos en un punto y un ángulo concretos del mismo. En mi opinión esto demuestra el buen hacer del equipo de desarrollo a la hora de diseñar los diferentes entornos por los que nos moveremos, entornos repletos de detalles que nos confundirán en más de una ocasión y que nos obligarán por tanto a agudizar nuestra vista.
Y en lo referente a los combates, "Hellblade" presenta un sistema de lucha clásico que funciona a la perfección, con ataques normal y fuerte, bloqueo y movimiento de esquiva. En nuestras manos queda el hacer buen uso de estos elementos para salir airosos de los crudos enfrentamientos que tendremos que superar, en el que cada impacto dado o recibido se ha representado con suma contundencia. Como es habitual, sabremos que estamos seriamente tocados cuando los bordes de la pantalla se distorsionen y manchen con el rojo de nuestra sangre. Un impacto de más y quedaremos tendidos en el suelo, inertes...
Esto me da pie a comentaros algo que se ha convertido en uno de los puntos más controvertidos del juego: la (supuesta) muerte permanente. Al parecer, y según el propio juego, que te avisa en cierto momento de ello, si morimos demasiadas veces la partida se borrara y todo nuestro progreso se perderá. La aparente existencia de esta limitación ha sido objeto de aplauso y crítica por parte de la comunidad a partes iguales. No obstante he de decir que yo no lo he experimentado y creo que cualquier jugador medianamente hábil tampoco lo hará. Además, siempre se puede variar la dificultad de los combates en cualquier momento sin ser penalizado por ello.
Visualmente el juego es una auténtica delicia. Todo él derrocha un realismo que muy pocas veces he visto y, cómo no, la palma se la lleva la propia Senua, con unos gestos y expresiones que hacen dudar sobre si lo que se está viendo es un personaje generado por ordenador o una persona real. No soy un gran fan de los gráficos pero el trabajo realizado en este apartado ha sido sin ninguna duda, así hay que admitirlo, algo grandioso y que, junto a una labor de sonido a la misma altura, pensada para ser disfrutada con cascos (cosa que yo por desgracia no puedo hacer), una cámara que siempre está donde debe estar y una respuesta del control perfecta convierten a "Hellblade" en una más que grata experiencia a pesar del tormento que ambos, la protagonista y yo mismo, hemos sufrido a lo largo de la historia y que, por supuesto, pienso repetir en más de una ocasión.
No quería cerrar este post sin, como dije antes, mencionar un aspecto que si bien no afecta al juego, y no digo tampoco que no deba ser en este caso así, no obstante no me ha gustado: asociar la forma en la que Senua ve su mundo únicamente con las enfermedades mentales. Este enfoque, en principio tan bueno como cualquier otro, lo reduce desde mi punto de vista todo al plano físico de la mente humana. Es decir, se nos está diciendo que las voces y las visiones, entre otras cosas, son solo producto del cerebro y que no hay sitio ni para la magia ni para fuerzas, energías o entidades ajenas a nosotros, puesto que en ningún momento del juego se hace la más mínima referencia a lo espiritual más allá de que se hable de su "oscuridad" como un "don" de los dioses. Personalmente, y aunque sé que tanto la intención del estudio como de todos los especialistas y personas que sufren enfermedades mentales y que han colaborado de buen grado en el proyecto de dar a conocer lo que ellos consideran un tema tabú a día de hoy es buena, me ha quedado esa sensación de que se ha querido ofrecer solo la vía psiquiátrica como explicación a todos estos fenómenos que todavía no comprendemos del todo. Así al menos lo veo reflejado en el documental del "making of" que viene con el juego, que no obstante os recomiendo que veáis si tenéis la oportunidad.
Dejando esta apreciación personal de lado, solo me resta deciros para terminar que "Hellblade: Senua's Sacrifice" se ha convertido por méritos propios en uno de los imprescindibles de mi, por ahora, breve colección de juegos de PlayStation 4. No sé si algún día verá la luz una secuela y aunque en cierto modo y sin destriparos nada os puedo decir que se ha dejado una pequeña puerta abierta, pienso que no la necesita pues estamos ante el caso perfecto de una historia bien contada de principio a fin, que no tiene porqué continuar aunque si finalmente lo hace pues... quien sabe.