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Un trago por Rudy

Publicado el 13 octubre 2013 por Rafael Alejandro González Escalona @rafauniversidad

Acabo de terminar Ironweed, la historia de Francis Phelan, sus fantasmas, sus cicatrices y sus impulsos irrefrenables para escapar; una obra maestra de menos de 300 páginas que William Kennedy escribió como parte del ciclo de narraciones sobre su Albany natal.

Yo no pretendía –no pretendo- escribir sobre esta novela, porque en la vida hay deslumbramientos que son para llevarlos dentro, para rumiarlos y nutrirse y robarles el espíritu sin que el mundo se dé cuenta. Yo pensaba soñar un montón de años con el pequeño Gerald Phelan, con sus trece días de nacidos, su coraza plateada que lo protege del tiempo y su habilidad para hablar las lenguas de los hombres y las ardillas; yo pensaba que los diálogos de Rudy y Francis quedarían atornillados en alguna zona sombría de mi cabeza, alimentando mi extravío y fascinación por los vagabundos, por los marginales; yo pensaba que los besos de Francis a Katrina, Annie y Helen alimentarían mis amores futuros, serían los ridículos patrones por los que mediría mis pasiones pasadas y futuras.

Pero resulta que hace unos días me dio por conseguir los discos de Tom Waits, esa bestia ronca y extraña que desde el borde del mundo canta unas verdades oscuras como su voz. Y resulta que me dio por averiguar un poco de la vida de Waits, sus locuras, sus borracheras, sus canciones. Y resulta que Tom Waits es también actor ocasional, con un montón de apariciones en películas grandes y pequeñas. Y resulta que de todos los papeles grandes y pequeños que ha hecho Waits, en el año 1987 participó junto a los inmensos Jack Nicholson y Meryl Streep en la versión cinematográfica de Ironweed. Tom Waits, el cabrón de Tom Waits que no deja de rondarme con sus melodías hermosas y su canto de jazz y circo, de alcohol y tabaco, encarnó a Rudy, el vagabundo lector de periódicos, el canceroso que moriría temprano y no de cáncer, el último amigo de Francis Phelan, el que cantaba sobre la gran montaña de caramelo, la encarnación del desastre de una sociedad, la cara podrida de la Gran Manzana, el que sabía dónde está la Vía Láctea. Y yo empeñado en no creer en el destino.

tom waits as rudy in Ironweed


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