Este verano se me presenta tan poco vacacional como el pasado, y sin embargo será muy prometedor en cuanto a proyectos personales a realizar. Uno es tan privado que no puedo comentarlo (hasta que lo concluya con éxito), pero que se prolongará durante julio y agosto próximos, como mínimo. El otro es mi necesidad de volver a escribir en un cuaderno, y eso es lo mejor que ahora mismo me puede suceder…
Las tres últimas veces que empecé a escribir a mano, acabaron en tres libros como tres soles, independientemente de su éxito. Ahora ya tengo libreta y bolígrafo a punto para comenzar lo que quiero que resulte una novela corta y amable. Algo cómico. Algo caliente. Algo muy mío y muy de todos, a la vez. Que invite a sonreír y a llorar, según su página. Que vuelva adicto a su dueño y consiga pegar algunas lentejas. Que guarde los sueños del lector desde su mesilla de noche, para que luego pueda fantasear con su historia, o con su protagonista, o con quien desee… Que sea recomendada una y otra vez, porque lo contrario sea impensable. Que no necesite de favores, sino que sea el propio libro quien los procure. Que venza cualquier reticencia o prejuicio. Que deje buen sabor de boca y ganas de continuación. Que sea una lectura inolvidable…
Entusiasmo no me falta y buenos apoyos morales tampoco, pues os tengo a vosotros que me seguís desde hace años, y que me dais la importancia necesaria para abrir ese cuaderno, presionar el bolígrafo y disfrutar…
Muchas, muchas gracias; feliz verano hagáis lo que hagáis, y hasta muy pronto.