Libros
Mapas para leer, un viaje por la historia de la literatura
Desde los orígenes de la Humanidad cartografía y literatura comparten una vocación fundamental, la de recrear la realidad. Para destacar esta relación, Nórdica publica el Atlas de Literatura Universal, un recorrido sentimental por 35 obras de todo el planeta a lo largo de más de 3.000 años.
ANDRÉS SEOANE | 28/12/2017
Con el empeño de destacar esta relación, García Martín coordina el volumen Atlas de Literatura Universal (Nórdica), un recorrido que abarca todas las épocas y ámbitos culturales a través de 35 obras incontestables que han conformado nuestro imaginario literario a través de los siglos, e incluso los milenios. Con ilustraciones de Agustín Comotto y Tono Cristòfol y textos de profesores, críticos y escritores como Fernando Aramburu, Julio Llamazares, Carlos García Gual, Laura Castro, Luis Alberto de Cuenca, Alberto Manguel, Andrés Barba, Marta Sanz, Ignacio García May, Ignacio Peyró o Mercedes Monmany , este Imago mundi de la literatura universal supone un fresco histórico en cuyo espacio podemos leer el tiempo, un periplo sentimental cuyo objetivo es ponerle rostro al autor, encarnar a sus personajes y habitar sus escenarios, para, alejados ya el escritor y nosotros del ruido del mundo, hacernos la ilusión de viajar en el tiempo y vivir su vida. En definitiva de empaparnos de esa abstracción que propone la literatura, que no deja nunca de ser un viaje.
Mitos fundacionales
Remontándonos a los orígenes de la palabra escrita, el periodo reservado a la Antigüedad recoge dos de las primeras fábulas que alumbró la creación humana, historias que cabalgan entre el mito y la realidad pero en las que, quizá ahí reside su magia, todavía nos es posible reconocernos. Nacido en la frondosa Mesopotamia, cuna de la civilización, El poema de Gilgamesh, un relato épico sobre la constante búsqueda y la esperanza humanas, supone la primera lucha de nuestra especie por escapar de una realidad incomprensible y dotarla de sentido. Por su parte, La historia de Sinhué, perfecto reflejo de la vida en tiempos del Imperio medio egipcio y recipiente de infinidad de mitos posteriores, muchos de ellos bíblicos, narra la historia de un viaje que recoge toda una concepción del mundo y de la vida.Oscuridad y florecimiento
El fin del mundo clásico y la oscuridad que envolvió a Europa trasladó el eje de la tradición literaria mundial hacia otras culturas más florecientes que alcanzaron entonces el apogeo de su esplendor narrativo. Durante la Edad Media, el pujante y joven mundo árabe produjo una de las más exquisitas colecciones de relatos jamás escritas. Bajo el título de Las mil y una nochesconocemos hoy esta amalgama de cuentos que integra las tradiciones de diversas culturas orientales: india, mesopotámica, persa, hebrea, egipcia, árabe..., hiladas mediante la eterna fábula de la bella Sherezade, cuya interminables historias se han vuelto eternas alimentando durante siglos la magia y la fantasía. En pleno corazón de la era Heian, época de esplendor político y cultural sin precedentes en Japón, nació la Historia de Genji, escrita alrededor del siglo X por la cortesana Murasaki Shikibu. Ficción llena de realismo entretejido con poesía, narra la vida de Genji, el príncipe resplandeciente, envuelta en una trama de amor y celos protagonizada por una asombrosa galería de personajes retratados con gran pericia psicológica. Considerada como una obra cumbre de la literatura por escritores como Borges, Octavio Paz o Marguerite Yourcenar, se trata de una historia tan universal que todavía es capaz de conmover el corazón de un lector del siglo XXI.La Edad Moderna fue un viaje sin retorno destinado a destruir, en todos los órdenes, la mayoría de la herencia recibida y a transformarla para siempre. De esta compleja época de absolutos contrastes en todos los sentidos datan dos de las más grandes historias jamás escritas, cuya universalidad garantiza su pervivencia infinita en la historia de la literatura. Poco más se puede decir tanto del Quijote de Cervantes como del Hamlet de Shakespeare, por lo que viajemos al otro lado del mundo, donde a finales del siglo XVIII también se producían importantes cambios sociales. Tras un largo periodo de estabilidad y prosperidad, el Imperio manchú de China vivió durante el siglo XVIII una época de deterioro muy proclive para una novela como Sueño en el pabellón rojo, de Cao Xueqin, cumbre de la narrativa china. Precedente de la novela decimonónica europea, esta novela esencialmente de amor narra la historia de la decadencia de cuatro familias de funcionarios manchúes siendo asimismo un alegato humanista y feminista contra la moral neoconfuciana que reinaba en la época. Todo ello, vertido en una narración que oscila entre el realismo del declive social y el romanticismo de la pasión de los protagonistas.
Viaje sin retorno
A caballo entre el anticuado y refinado XVIII y una concepción contemporánea del mundo nacida en el XIX se encuentra una pequeña novela que preludió el incipiente Romanticismo, Las penas del joven Werther, de Goethe. La historia del joven hipersensible, que provocó numerosos suicidios y fue un auténtico éxito de ventas, abrió una nueva brecha en la moral de una sociedad que pocos años después iniciaría un camino transformador para el que ya no habría vuelta atrás. Hijo del Romanticismo es el Nacionalismo que dominó en buena medida el siglo XIX hasta precipitarlo en el XX. Una de las muestras más significativas de esta reivindicación de las raíces es el Kalevala, la epopeya nacional finlandesa. La monumental obra de Elias Lönnrot, comparable a muchas mitologías ancestrales, cohesionó al país y permitió al formación de una conciencia nacional clave para alcanzar una independencia inédita en la historia finlandesa. También como conformadoras de una incipiente identidad nacional aparecen dos obras de los crecientes y prósperos Estados Unidos, la novela Moby Dick, de Herman Melville, la historia marítima más célebre, y el poemario Hojas de hierba, de Walt Whitman, el centro del canon poético norteamericano que en su día fue una obra rompedora.Historias para entender lo que somos
Si el siglo XIX ya es complejo de amalgamar a nivel literario, la complejidad del siglo XX a este respecto es absoluto reflejo de lo que fue el propio siglo, el de las grandes revoluciones a todos los niveles, desde la destrucción del mundo anterior con las dos guerras mundiales y el de la globalización y la uniformización, si bien precaria, de todo el planeta. Todavía con mucho del siglo pasado, despunta en Suecia en 1907 El maravilloso viaje de Nils Holgersson, de Selma Lagerlöf, una fascinante novela de aprendizaje todavía llena de alegatos en favor de una naturaleza que cedía inexorablemente al empuje del progreso. Plenas de vanguardia literaria, que atenazaba implacablemente a todas las artes europeas, deben destacarse tres obras capitales del siglo XX, referencia obligada para todo lo que vino después: En busca del tiempo perdido, de Proust, La metamorfosis, de Kafka, y el Ulises, de Joyce, aunque también podría acoger esta terna el Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa. Y, sin salir de Europa, merece ser nombrada una novela fundamental para entender lo que fue la Primera Guerra Mundial y el fin del viejo mundo: Las aventuras del valeroso soldado Schwejk, del checo Jaroslav Hasek.Con esta novela publicada a finales de los años setenta, pone fin este recorrido cartográfico por más de 3.000 años de historia de la literatura, una experiencia excitante, en palabras de García Martín, "no tanto por la poco más de treintena de títulos que hemos conseguido incluir, sino por todo aquello que hemos debido excluir".