Una arqueológica de botellas

Publicado el 19 agosto 2013 por Javier Montenegro Naranjo @nobodyhaveit

Como siempre, una llamada mágica da inicio a mis aventuras arqueológicas. “Dice Camueiras que el jueves hay una excavación, encontraron una zapata de botellas en una casa en construcción”. A las ocho y treinta ya estaba en Guanajay y de casualidad, ahí estaban Nelson y Leonardo hablando con otra persona en la iglesia, frente a mi casa. Me cambié de ropa y salimos para allá.

En la calle Herrera, entre 74 y 76, en una vivienda donde fundían la zapata, encontraron botellas, más de la cuenta, de todos los estilos y colores. Por suerte, el arquitecto nos dio la luz y los dueños de la propiedad nos dieron un día para hacer una pequeña cala arqueológica y así conocer el por qué de estos frascos de cristal, en el suelo.

Cuando llegamos al lugar, habían cuatro lomas de tierra llenas de cristales; azules, verde, nacar, todos con tonalidades más claras y oscuras, y transparentes. De Coca-Cola, leche de magnesia, fitina, purgantes, todo tipo de inscripción podía encontrarse en los cristales. Primero escarbamos entre el relleno para buscar aquellas que aún estaban en buen estado, y luego procedimos a la cala. O sea, abrir un hueco uniforme en el suelo para realizar una lectura estratigráfica

En Cuba existen dos o tres puntos más donde se ha encontrado los pisos de botellas, al parecer, hechos para evitar la humedad; esta casa se  encuentra cerca de la antigua laguna, por lo que la teoría no parece tan descabellada. En este caso se colocaron de forma organizadas, con las bocas de los recipientes en una misma dirección hasta alcanzar un espesor de cuarenta centímetros, ubicadas sobre una capa de cenizas de cinco centímetros; todo esto sobre un suelo de piedras. También encontramos madera quemada, clavos de veinte centímetro de largo, una tubería de aguas albañales de la república y algunas piezas de construcciones coloniales.

El patio era famoso entre los niños porque cuando cavaban un poco, siempre encontraban pomitos con formas curiosas. Terminamos sacando siete u ocho sacos de cristalería, y bajo la futura construcción quedaron seis o siete estantes de farmacia llenos de frascos.  Uno podría preguntarse de dónde sacó el dueño de la anterior vivienda tantos;  o administraba una botica o se hizo con todos los medicamentos utilizados en el cuartel español, ubicado en la misma cuadra, donde se acantonaron más de setecientos hombres para defender la trocha Mariel-Majana. La única forma de saberlo es catalogar los más de treinta tipos de frascos encontrados y así establecer una época exacta.

Eso sí, lo mejor de todo es qué hará el museo de Guanajay con tanta cristalería, porque hace tiempo que tienen demasiado material de valor histórico y nada de espacio para montar salas de exhibición. Todavía hoy no han preparado una supuesta sala de prensa que se tenía pensada realizar con una vieja imprenta del pueblo. O el museo remodela, o será uno de los almacenes más famosos de patrimonio cultural de la localidad.

Buscando entre la tierra botellas intactas. Foto: Javier Montenegro

Camueiras limpiando la excavación. Foto: Javier Montenegro

Pomos en una misma disposición. Foto: Javier Montenegro

Botellas en una misma disposición. Foto: Javier Montenegro

Frascos de farmacia ubicados con las bocas en una misma dirección. Foto: Javier Montenegro.

Botellas extraídas de las lomas de tierra. Foto: Javier Montenegro

Antes de comenzar la excavación. Foto: Javier Montenegro

Lomas de tierra con fragmentos de cristales. Foto: Javier Montenegro

Nelson buscando frascos enteros. Foto: Javier Montenegro

Profundidad final de la cala. Foto: Javier Montenegro

Nelson fotografiando la cala. Foto: Javier Montenegro

Sacando las botellas en cubos. Foto: Javier Montenegro

Los frascos siendo desenterrados. Foto: Javier Montenegro

Botellas bajo tierra. Foto: Javier Montenegro

Botellas encontradas en las lomas de tierra. Foto: Javier Montenegro


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