La buena persona puede ser algo inocente, pero su inocencia es el reflejo de la nobleza, nunca de la ingenuidad. Por ello, a pesar de ser los últimos en darlo todo en sus batallas personales, también son los primeros en no volver.Algo curioso a tener en cuenta es que quien actúa siempre con el corazón por delante sin atender costes ni esperar beneficios, no suele cambiar con el tiempo. No es tan fácil arrancar nuestras esencias así como así, porque aunque duelan los desaires, las decepciones o las pequeñas traiciones, nadie puede huir de su identidad.Las personas buenas son, por encima de todo, auténticas y ser auténtico es ser uno mismo, guiado siempre desde la sinceridad interior. Ahí donde no caben los fingimientos, las mentiras o los egoísmos.
La persona buena y la compasión
Si hasta no hace mucho a la hora de definir a las buenas personas solía hablarse de la empatía, la reciprocidad, el altruismo o el respeto, desde la Universidad de Psicología de Stanford nos indican que es necesario incluir una dimensión más que enhebraría en realidad cada pieza, cada matiz y cada latido de estas almas más nobles: la compasión.Este constructo psicológico conecta directamente con lo más íntimo de nuestras emociones, hasta vertebrar incluso muchas partes de ese cerebro social en las que subyace una clara preocupación por otro ser. La compasión es por tanto una respuesta emocional al percibir el sufrimiento ajeno en los demás y sobre la que experimentamos a su vez un auténtico deseo de ayudar.Nunca te arrepientas de ser una buena persona
La vida no nos va a tratar mejor solo por ser buenas personas, por actuar de acuerdo a lo que nos dice nuestro corazón o ese instinto compasivo integrado en nuestro cerebro. En ocasiones, quien siembra bondad no siempre cosecha respeto, y eso es algo que vamos a tener que aprender a la fuerza, pero sin perder nunca nuestra dignidad ni aún menos nuestra esencia.Tal y como nos dice el neurocientífico Jordan Grafman desde el “National Institutes of Health”, actuar con compasión y altruismo nos aporta beneficios intrínsecos excepcionales, hasta el punto de que el cerebro codifica esas acciones como algo gratificante, algo que recompensar con un buen torrente deendorfinas.- Atiende tu intuición, es posible que tu personalidad tenga esa pincelada de maravillosa inocencia con la cual ver siempre las virtudes de las personas antes que sus defectos. Ahora bien, permite que tus experiencias pasadas te pongan en alerta, atiende tus instintos para que un “no” a tiempo sea el mejor muro para proteger tu autoestima.
- Que las decepciones no apaguen la luz de tu corazón, que no tiñan de amargura tu almaespontánea, tu ser auténtico. Un fracaso no es más que una experiencia que saber asumir, aceptar y dejar ir. Sigue siendo valiente cada día de tu vida, porque la valentía no es más que aferrarse de nuevo a nuestras nobles raíces para seguir creciendo, sin miedos, sin dudas…