Una canción para el camino

Publicado el 20 noviembre 2014 por Orperedas

El autobús que nos llevaría desde Bangkok hasta Pataya (Tailandia) estaba frente a la puerta del Loby del Hotel Asia. Girat, la coordinadora local del curso, nos daba las últimas indicaciones sobre el trayecto de cuatro horas que realizaríamos esa tarde de fines de julio de 2005.

Veinte jóvenes latinoamericanos, con diferentes discapacidades, estábamos listos para emprender el viaje hacia un nuevo destino, como parte de los temas a abordar en aquél país al otro lado del mundo, de nuestro mundo habitual.

Abordamos el autobús y en cosa de poco menos de treinta minutos estábamos ya en una autopista, fuera de la ciudad.

Aunque algunos nos conocíamos de haber coincidido en algún otro evento, o por vía electrónica, no habíamos tenido mayor ocasión de conversar acerca de lo que cada uno hacía en su respectivo país, así que la ocasión se presentó propicia, y la conversación fue interesante, y luego de hora y media todos habíamos comentado algo sobre nosotros.

Vicky, mi compatriota, que siempre estaba escuchando en simultáneo alguna canción en su reproductor portátil, tarareó un fragmento de la que sonaba en sus audífonos y como si aquello hubiese sido una señal, en pocos segundos todos cantábamos esa canción (ya no recuerdo cuál era).

Enganchados todos con esa nueva actividad, menos seria y más entretenida que la anterior, cantamos una y otra, y otra y otras canciones, que Vicky seleccionaba en su reproductor y nos indicaba, y luego cada quién comenzó a sugerir canciones hasta que Carolina y Verónica (las argentinas) comenzaron a cantar las estrofas de una particular canción a ritmo de cumbia villera argentina, con claras influencias y mezclas de rock duro, a la que algunos nos unimos, aún y cuando no recordábamos por completo las estrofas, mas el coro de la canción gozó de la participación de todos, a todo pulmón diciendo:

me enamoro para no tomar.

me enamoro para no tomar.

El jolgorio y bullicio que causamos cantando y riendo, generó que Pom y Joe, dos jóvenes tailandeses parte del staff del curso, con una sonrisa de oreja a oreja, se acercaran a nosotros para preguntar qué nos tenía tan animados, a lo que respondimos cantando en inglés la misma letra, provocando su risa por lo contradictorio de esta.

Seguimos cantando, aunque con cada nueva canción el ánimo comenzó a decrecer al grado que poco a poco el coro fue reduciéndose hasta que quedamos Diana (la intérprete venezolana de lengua de señas), Valentín (el mexicano), Carolina, Vero y Pablo (los argentinos) Vicky y yo (los guatemaltecos).

Melómano por naturaleza, canté casi todas las canciones que fueron sugiriéndose durante esa casi hora y media de rítmico entretenimiento de carretera. Vicky y Carolina me decían que les parecía divertido conocer a alguien que supiera tantas canciones; respondí que era cosa de escuchar de todo un poco y aproveché para preguntar el nombre de la banda que cantaba Yo tomo, pues, aunque la había escuchado en la radio en Guatemala unos años atrás, nunca supe el nombre de los intérpretes. Verónica respondió:

Es Bersuit Vergarabat, ¡son grosos esos chavones! Ellos son los que cantan La Argentinidad al palo ¿la conocés? ¡Es buenísima, me re-encanta!

Respondí que ni siquiera había escuchado ese título. La semillita de la curiosidad quedó sembrada en mi ánimo, y desde ahí soy uno más de los seguidores de La Bersuit.

Biografía de Bersuit Vergarabat


Creada por un azar del destino, en la ciudad de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, Argentina, cinco jóvenes lugareños se reunieron para participar de un concurso de bandas de rock, que ganaron. Gustavo Corbera (voz), Charly Bianco (guitarra), Pepe Céspedes (bajo), Juan Subirá (teclados) y Carlos Martín (batería). En esa ocasión se presentaron con el nombre de Henry y La Palangana, nombre resultante de la suma de Henry, (nombre con el que era conocido en el medio Gustavo Corbera) y La Palangana (nombre que había adoptado el resto de los integrantes antes de conformar la banda)

Su primer disco, titulado Y punto, fue grabado en 1990, año en el que se incorporaron al grupo Rubén Sadrinas (voz) Raúl Pagano (teclados) y Oscar Righi (guitarra eléctrica), momento para el cual ya habían adoptado como nombre Bersuit Vergarabat. Las dos canciones más sonadas de esta producción fueron Hociquito de ratón y El tiempo no para, del compositor brasileño Cazuza.

En 1993 se lanza al mercado Asquerosa alegría, su segundo disco de estudio. Poco después de su lanzamiento dejan la banda Raúl Pagano, Rubén Sadrinas y Charly Bianco, quien es reemplazado por Alberto Verenzuela.

Luego de complicaciones, que motivaron rumores de separación de la banda, graban en 1996 su tercera producción, llamada Don Leopardo, que les abrió las puertas en el gusto popular, la radio y en multitudinarios festivales como el cierre de Buenos Aires no duerme, el festival alternativo de Ferro, el de las Madres de Ferro y, el de las Abuelas de Plaza de mayo. Con este disco realizaron una gira al año siguiente en la que se presentaron en ciudades como Córdoba,Comodoro Ribadavia, Trelew, Rosario, entre otras.

Libertinaje, su cuarto disco, lanzado en 1998, bajo la dirección del reconocido productor Gustavo Santaolaya, fue el encargado de abrirles las puertas internacionales, llegando a realizar una importante gira por América Latina, Estados Unidos y España. A este disco pertenecen Murguita del sur, Se viene, Sr. Cobranza (un cover de la banda Las Manos de Filippi) y Yo tomo. Cierran la gira de este disco presentándose ante 50.000 seguidores, al aire libre, frente al Obelisco en Buenos Aires.

A partir de entonces Bersuit Vergarabat ha grabado siete discos: Hijos del culo (2000), De la cabeza con Bersuit (2002), el álbum doble La Argentinidad al palo (se es + lo que se es), en 2004), Testosterona (2005), Labios BV (2006), ? (2007) y La Revuelta (2012). A lo largo de todo este tiempo han vendido poco más de 1.000.000 de copias de sus producciones, de las que Libertinaje vendió 100.000, por lo que reciben dos discos de platino.

A partir de 2007 los integrantes de Bersuit comienzan a realizar trabajos discográficos en solitario, lo que llega a generar la casi disolución de la banda en 2009. En 2010 intentan el regreso, ya sin la participación de Gustavo Corbera, como voz principal, por dedicarse a su carrera en solitario por completo.

Hay dos cosas que siempre llamaron mi atención sobre Bersuit. La primera, su nombre, que en realidad no es otra cosa que dos palabras inventadas por sus integrantes. La segunda, su indumentaria sobre los escenarios (todos visten piyamas), debido a que al momento de participar en el concurso en en Cemento, (1987) no tenían un vestuario adecuado y, luego de pensarlo, llegaron a la conclusión que lo único que todos tenían en común eran piyamas.

Escuchar a Bersuit es realizar un viaje por caminos multicolores, con subidas, bajadas, ríos, estanques y hasta autopistas, como la que fue testigo de ese ánimo colectivo latinoamericano que durante quince días alteró la amable tranquilidad tailandesa, al menos la de quienes tuvieron contacto con nosotros.

Ahora, les invito a abordar ese autobús blanco, rojo y amarillo para recorrer los caminos del Reino de Tailandia, a ritmo de una cumbia-rock, acompañados de un singular grupo de jóvenes latinoamericanos con discapacidad, escuchando Yo tomo, en su versión original, perteneciente al álbum Libertinaje de Bersuit Vergarabat.